No me gustó la vorágine exaltadora que envolvió a Checo en 2021, ni la terquedad que mostraron los suyos en 2022, ni mucho menos me gusta cómo está gestionando Red Bull un episodio que empaña lo conseguido por la escudería y, a mi modo de ver, se está prolongando demasiado en el tiempo.
Si Pérez resulta importante para su equipo éste debería demostrarlo con algo más que algunas palabras sueltas; si no es así, lo mínimo que podemos exigir a Milton Keynes es que reaccione rápido, despida al mexicano y dé carpetazo a su etapa vestido de azul, porque no es de recibo maltratarlo en pista...
Me he guardado estas palabras hasta mitad de temporada sin tampoco una razón de peso, pero somos mayorcitos todos, sabemos perfectamente cómo se puede tocar sin que se note un vehículo tan delicadito como un F1 moderno, y, en consecuencia, sólo se me ocurre una razón que justifique la enorme distancia en prestaciones puras que separa a Sergio de Max. Al igual que le sucede a Carlos en Ferrari, las estrategias que aplican al de Guadalajara son siempre las dudosas, y el coche... ¡ay ese coche!
Desconozco si Horner o Marko están esperando a que Checo se despeine un día y, por pura carambola, dé en la tecla en mitad de la tormenta y suelte por radio lo que Webber al cruzar la meta como ganador del Gran Premio de Gran Bretaña 2010: «Not bad for a number two driver!» Al aussie le tocaba todo lo malo y, en aquella carrera, le habían quitado su alerón bueno para dárselo a Vettel; y sí, viendo cómo se desarrolla la sana competición entre los dos pilotos de la austriaca, me inclino a pensar que hay dos RB19 sutilmente diferentes, y que la incomodidad que muestra Sergio Pérez en pista se debe a que lo sabe.
Os leo.
1 comentario:
No puedo estar más de acuerdo, es evidente que, sobre todo en clasificación, son coches distintos.
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