Ya es mala suerte que con la cantidad de gente maja que hay en el mundo nos haya tocado en Brackley una concentración anormalmente alta de gilipollas.
Se me caen los calzoncillos cada vez que miro a Wolff y trato de imaginar cómo habrían resuelto la patata caliente de 2022, no sé, un Colin Chapman, un Enzo Ferrari, Peter van Straten, el mismísimo Ross Brawn de finales de 2008. Mil maneras de comportarse como un idiota y el austriaco tuvo que elegir la peor de todas: hacer trizas el reglamento recién estrenado.
Años de jugar con ventaja, quizá que Susie no le ha mandado lo suficiente a dormir en el sofá, el contacto cercano con el lilas de Lewis; acaso mil y un azares inconfesables o que en Milton Keynes le dedican misas negras o rituales vudú en cuanto asoma la luna llena, yo qué sé, Toto está irreconocible, salió a cazar enemigos y ha caído enredado en su propia trampa.
Estuvo mal prescindir de Valtteri en una sesión crítica, peor fue confiar en que bastaba contar con un heptacampeón en casa, y garrafal llorar tanto por la pupita que hizo Michael Masi en Abu Dhabi 2021...
Al diablo se le ocurre pensar que Adrian no iba a tener respuesta ante una elevación del fondo curvado de tan sólo 25 milímetros en los bordes. El de Stratford-upon-Avon comparte vecindad con William Shakespeare y la pareja de investigadores privados Shakespeare & Hathaway, se le considera genio porque sabe esperar y ha hecho de la paciencia un arma letal, normal que a Max no lo pille un galgo ni siquiera en 2023.
Matar a Ferrari era relativamente sencillo, joder a Red Bull supone palabras mayores y Mercedes AMG ha vuelto a errar el tiro. Wolff no es muy listo y viene siendo hora de decirlo bien alto. Puedes controlar a la FIA y obligar a modificar las reglas pues tu peso político es descomunal, dolorcito flanderiano en la espalda de Hamilton mediante, pero en corto la mentalidad Adrian Newey te ganará siempre porque es como Messi en el campo y a velocidad y capacidad previsora y resolutiva no lo supera ni Dios.
También es verdad que perdemos todos. Años preparando una Normativa más ecuánime y han llegado los niñatos de Brackley a imponer su criterio para que al final tengamos otro más de lo mismo. Hamilton no valía este esfuerzo...
Sin coche que lo respalde el británico se diluye, y no nos equivoquemos con los sesudos análisis que circulan por ahí: han sido el boss y su pupilo quienes han dibujado antes de Arabia Saudí un panorama desolador. Max apunta a vencedor en 2023 con el codo fuera del habitáculo, básicamente porque sigue habiendo imbéciles que sustantivan como determinante el supuesto puntito racer del marido de Susie, cuando el asunto no da para más. Ni Toto ni Lewis están para pelear en aguas revueltas. Lo suyo era vencer en superficies cómodas, imponer su criterio en territorios amables, donde lo mismo pedían a Bottas que no atosigara al líder o renunciara a una victoria, que esperaban tranquilamente a que Red Bull o Ferrari se desinflaran.
Y eso, que os leo...
1 comentario:
¡¡¡Excelente!!!
Una pieza maestra de redacción como siempre.
Nadie lo explicaría mejor y tu nota expresa el pensamiento de quienes seguimos la F1 desde hace años y entendemos algo de que va esto, en gran parte gracias a tí.
Ahora esperemos a ver como siguen interviniendo los negocios y la política en esta actualidad de la F1
¡¡¡No dejes de escribir José!!!!
Yo no he perdido la Fé y todos los días voy a tu blog con la esperanza de que hayas escrito algo.
Un abrazo desde Argentina y como decimos aquí: "¡No te mueras nunca!!!!!
Osvaldo
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