Tal vez porque las hemos visto de todos los colores, en Europa tenemos tragaderas más amplias con eso de la suerte.
Al otro lado del Atlántico es distinto, se ve, y la misma suerte viene a ser como el gato de Schrödinger, que afecta o no afecta según convenga al discurso, de manera que la pole de Leclerc el sábado pasado fue sucia (sic) porque no se consiguió con pureza —a mí no me miréis—, pero el triunfo de Checo y el segundo puesto de Vettel el domingo resultaron legítimos a pesar de que la lotería fue parecida al día anterior; aunque a la hora de «justificar» el tercer puesto de Alpha Tauri con Pierre Gasly al volante, se vuelve a contemplar, por inercia, supongo, que el francés se vio beneficiado por la ausencia de Bottas, de Hamilton y de Max Verstappen...
La suerte europea es más democrática que la americana y carece del puntito peyorativo que goza la segunda. Aquí tienes suerte y, eso, que Dios te la bendiga porque, a fin y a cuentas, hay que saber buscarla y estar ahí cuando llega, pero allí parece que desmerece lo obtenido y, en consecuencia, se hurta su mención salvo en casos flagrantes.
Es sábado por la mañana y no sé muy bien por qué me ha dado por escribir sobre esto. Quizás porque en redes sociales —la gran Torre de Babel de nuestro tiempo— nos juntamos todos y, hablando de lo mismo y usando terminología igual, al final resulta que nos referimos a cosas opuestas.
Si el Hermano Luis levantara la cabeza estaría flipando un poco, o mucho, a saber. El bendito me deshaució para la Lengua y la Literatura Españolas durante el bachillerato y seguro que se sorprendería de verme hablando de dos sentidos para una misma palabra y de contextos culturales dentro de un mismo idioma, etcétera. Pero, en fin, a lo que vamos, para mí no desmerece en absoluto el triunfo de Sergio Pérez en Bakú que Max Verstappen tuviera que abandonar y que, posteriormente, Lewis Hamilton terminara yéndose a por uvas. Ni el segundo puesto de Sebastian Vettel pierde valor por las circunstancias relatadas o porque Bottas estuvo desaparecido toda la prueba...
Ambos gozaron de suerte, la misma que afectó a Pierre Gasly o a cualquiera de los que terminaron detrás del francés, y mencionarlo explica el resultado final del Gran Premio de Azerbaiyán aunque moleste a los que van por la vida de objetivos. Para nosotros, la suerte es una parte indispensable de las carreras y pienso que haríamos bien defendiendo este bonito sentido del término, en vez de adoptar el que, a fin y a cuentas, tiene mucho que ver con la cultura anglosajona del winner & loser, que allí ha permeado más y mejor que aquí.
No os aburro. Os leo.
1 comentario:
Gracias a la suerte, tenemos carreras impredecibles que nos hacen disfrutar y llorar según nos afecte la susodicha palabra.
Suerte tenemos de contar con un blog para nada aburrido.
Un saludo para el "capi" de un alonsista.
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