Creo que éste es el primer libro que reseño prácticamente después de haberlo leído. Me lo regalaron en las Navidades del año pasado junto a Patria de Fernando Aramburu, y me ha costado lo mío devorarlo al completo porque está publicado en el idioma de William Shakespeare —con quien por cierto, Adrian Newey comparte localidad de nacimiento: Stratford-upon-Avon—, y porque no tiene desperdicio, vamos, que algunas partes las he disfrutado dos o tres veces.
Lejos del empaque inicial, How To Build A Car (HarperCollinsPublishers; Londres, 2017) resulta cercano y el tratamiento de su texto es adecuado para el aficionado medio e incluso para el lego en la materia, con lo que destierra rápidamente la sensación de que Newey pueda pretender ofrecernos en sus páginas una clase magistral indicada sólo para ingenieros.
Tras una introducción que nos sitúa ante la imagen e importancia de Adrian en la Fórmula 1, los primeros compases van dedicados a hacernos entender biográficamente que el Mago de Milton Keynes es en el fondo un tipo normal que tuvo una infancia y juventud normales, así como las complicaciones normales que sufre alguien que pretende labrarse su porvenir en nuestro deporte después de haber sido alumno de la Southampton University.
How To Build A Car supone un bonito ejemplo de cómo nuestro deporte ni es tan complejo como se nos ha querido vender, ni sólo está indicado para mentes privilegiadas, que la de Adrian lo es. Y lo más importante para mí: Newey nos demuestra con él que cuando un ama la Fórmula 1 profundamente hace todo lo necesario para convertirla en asequible sin quitar un ápice de rigor a lo que dice. Hay numerosas cuestiones que no entran en sus 390 páginas, pero es que, en el fondo, no hacía falta que entrasen para que el resultado sea literalmente redondo.
Os leo.
A partir de ese instante, y tomando para ello pie en cada coche que ha diseñado o en el que ha intervenido, se despliega un interesantísimo repaso a la historia reciente del automovilismo deportivo a partir del March 83G y posteriormente del 86C con el que Al Unser consiguió la victoria en las 500 Millas de Indianápolis de 1986, y la experiencia cosechada por el mago en su etapa norteamericana antes de su retorno a Europa.
Obviamente también tenemos páginas para el Leighton House 881 de 1988 y para los que Newey considera sus mejores vehículos hasta el Red Bull RB8 de 2013, con abundancia de referencias a los reglamentos y a las vivencias propias de la actividad, y por supuesto, pleno de anécdotas personales surgidas de su paso por Grove, Woking y Milton Keynes, y, lógicamente, del trato mantenido con jefes y pilotos.
El libro es una joyita y lo recomiendo encarecidamente porque el texto es marcadamente divulgativo y porque está amenizado tanto con dibujos e imágenes como por pequeñas perlas de aerodinámica básica que dan lugar, al final, a un pequeño glosario de términos y conceptos que no por conocidos dejan de resultar tremendamente útiles a la hora de entender lo que sucede en el ámbito técnico de la Fórmula 1.
How To Build A Car supone un bonito ejemplo de cómo nuestro deporte ni es tan complejo como se nos ha querido vender, ni sólo está indicado para mentes privilegiadas, que la de Adrian lo es. Y lo más importante para mí: Newey nos demuestra con él que cuando un ama la Fórmula 1 profundamente hace todo lo necesario para convertirla en asequible sin quitar un ápice de rigor a lo que dice. Hay numerosas cuestiones que no entran en sus 390 páginas, pero es que, en el fondo, no hacía falta que entrasen para que el resultado sea literalmente redondo.
Os leo.
1 comentario:
Jose creo que alguna vez te lo he comentado. Deberías hacer una lista de libros de nuestro deporte que hayas podido leer y dejarnos un listado de recomendaciones. A mí tb me gusta pegarme con el idioma de Shakespeare.
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