En silencio, como de costumbre, mañana al mediodía se dará comienzo a la septuagésima octava edición de las 24 Horas de Le Mans sobre el circuito galo de La Sarthe, evento en el cual nuestro compatriota Marc Gené intentará revalidar su silenciosa victoria del año pasado, de nuevo a bordo de un Peugeot 908. En silencio, como de costumbre, el firmamento se sigue vaciando y perdía ayer una minúscula estrella.
Si tuviera que elegir entre tantos silencios como nos rodean y duelen, me quedaría hoy con el que ha solapado la muerte de Pepita, la que fuera compañera firme del maestro Varona, piloto, mecánico y compadre, copiloto, sobre todo amigo entrañable de nuestro primer compatriota en Ferrari, Julio González-Pola, porque ella fue la sombra inseparable de aquella otra con que Félix dejó una huella imborrable en la historia del automovilismo hispanoamericano.
En silencio, como de costumbre, él se nos fue antes, en 2006, y Pepita se quedaba mortalmente herida. Me lo cuenta Arturo González-Pola, porque Octavio Estrada, una de esas joyas periodísticas que perseveran en mantener su brillo intacto a base de sumergirse en los lodazales de la historia sin miedo a mancharse, se lo comunicaba esta misma mañana. Cronista empedernido, venezolano que se hace conocer y firma como Octano, que sabe de Félix, de Julio, de Etore Chimeri, de Piero Drogo, de Pancho Pepe Cróquer, de otros, de los integrantes de la época dorada de los 50 en Venezuela, levantaba la voz de alerta a mediodía, advirtiendo que Pepita se había desdibujado en el universo de madrugada, para buscar definitivo consuelo y descanso al lado de su amigo del alma, Félix, eso sí, profundamente tranquila.
Me dicen que fue una mujer extraordinaria y lo creo, porque Varona también lo era, incluso cuando indagaba en las entrañas de cualquier vehículo que cayera en sus hábiles manos, adecuadas lo mismo para delatar una grieta en su junta de culata o un fallo en el encendido de una bujía, que para arreglarlo y ponerlo a punto, o aún para gobernarlo con sensibilidad y firmeza desde el volante…
En silencio, como de costumbre, ocurren cosas extrañas, pequeñas o grandes, incluso en viernes, como hoy. Circunstancias tan curiosas como que Pepita de Varona haya fallecido a pocas horas de que dé comienzo la prueba más emblemática del mundo del motor, Le Mans, sólo tal vez eclipsada por el glamour del G.P. de Mónaco, pero sublime y única porque supone el paradigma de la épica automovilística que tanto amaba su esposo.
En silencio, como de costumbre, lo realmente importante acostumbra a pasar desapercibido, jalonando la historia de nuestro deporte a su manera, y como siempre: sin que apenas nadie se dé cuenta. En silencio, como de costumbre, deberemos esperar a otro día.
3 comentarios:
Chapeau, maestro ;P
Un besote
Este blog es como la casa de mi abuela, que siempre que estoy con ella me llevo algún regalo. Gracias, Orroe, no tenía ni idea de que existía gente como Varona, es un lujo leerte.
Buenas tardes
Concha ;) No por haberlo repetido muchas veces dejar de ser cierto, pero el sombrero me lo quito ante vosotros, que seguís estando a mi lado ;)
Felipe ;) XDDDDDDD Nunca habían descrito Nurbu tan amablemente. Muchas gracias ;)
Un abrazote
Jose
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