Disculpen ustedes que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, me haya tomado unos días de distanciamiento del blog y relax profundo, después de pasar una gripe tipo ¡con dos cojones! para la que no se conoce vacuna.
Bien mirado, la obligada coyuntura y su consecuencia lógica me han permitido surcar sin mancharme las manos, esos procelosos mares que han surgido tras el Gran Premio de Japón, en los cuales te topabas con Fernando a la hora del desayuno diciendo: «¡Es vergonzoso, parece que llevo un GP2!»; lo calzabas a la hora del almuerzo gritando: «¡Es vergonzoso, parece que llevo un GP2!»; y antes meterte en la cama, lo encontrabas gimoteando en cualquier esquina: «¡Es vergonzoso, parece que llevo un GP2!»
Así día y noche. De domingo a domingo de la semana siguiente. Acompañado todo del inevitable análisis concienzudo al respecto de cómo han podido sentar las palabras del asturiano en tierras niponas, y de si es soportable que un subalterno mancille la hoja de servicio de una empresa como Honda. Total, porque el cuñado inglés del que nunca nos reímos, aunque resulte más cateto que el que nos acompaña en la mesa de Navidad, no sabiendo de qué hablar, ha decidido espolear lo más bobo que llevamos dentro, aludiendo al ogro asturiano y sus cosas y tal y tal.
Hace eones de esto que os voy a contar. Esperaba yo a la entrada del Victoria Eugenia de Donosti por ver si el trabajo que le había hecho a una emisora de radio necesitaba de algún arreglillo de última hora. A mí me bastaba con ver que todo estaba correcto, pero mi amigo y cliente tenía que entrar aunque se entretuvo echando un pitillo a mi lado. Y en esto que observando la fauna que se arremolinaba a nuestro alrededor con el distintivo bien visible, con ese distintivo precisamente, Paco va y me dice: «a un tonto le das un pase de prensa y tienes un gilipollas para toda la vida.»
Y en esto estamos, yendo de gilipollas por la vida en pos del pase de paddock vitalicio. Elevando a canon lo que no deja de ser una tontería como la copa de un pino, mientras Bernie Ecclestone y Dietrich Mateschitz han decidido asustar a las estudiantes del Conservatorio de Música Celestial en Sí Bemol, o del colegio de las Adelaidas Redentoras de Toda la Vida, aventando en el parque la gabardina con las manos para sacar a pasear la pilila entre otras partes pudendas.
El uno, explicándonos lo bien que hace Ada Colau pensándoselo tres veces antes de renovar votos con el Circuit de Catalunya donde se celebra el Gran Premio de España; y el otro, mostrándonos a las buenas cómo Sebastian Vettel se pudo convertir en el tetracampeón más joven de la historia.
Así día y noche. De domingo a domingo de la semana siguiente. Acompañado todo del inevitable análisis concienzudo al respecto de cómo han podido sentar las palabras del asturiano en tierras niponas, y de si es soportable que un subalterno mancille la hoja de servicio de una empresa como Honda. Total, porque el cuñado inglés del que nunca nos reímos, aunque resulte más cateto que el que nos acompaña en la mesa de Navidad, no sabiendo de qué hablar, ha decidido espolear lo más bobo que llevamos dentro, aludiendo al ogro asturiano y sus cosas y tal y tal.
Hace eones de esto que os voy a contar. Esperaba yo a la entrada del Victoria Eugenia de Donosti por ver si el trabajo que le había hecho a una emisora de radio necesitaba de algún arreglillo de última hora. A mí me bastaba con ver que todo estaba correcto, pero mi amigo y cliente tenía que entrar aunque se entretuvo echando un pitillo a mi lado. Y en esto que observando la fauna que se arremolinaba a nuestro alrededor con el distintivo bien visible, con ese distintivo precisamente, Paco va y me dice: «a un tonto le das un pase de prensa y tienes un gilipollas para toda la vida.»
Y en esto estamos, yendo de gilipollas por la vida en pos del pase de paddock vitalicio. Elevando a canon lo que no deja de ser una tontería como la copa de un pino, mientras Bernie Ecclestone y Dietrich Mateschitz han decidido asustar a las estudiantes del Conservatorio de Música Celestial en Sí Bemol, o del colegio de las Adelaidas Redentoras de Toda la Vida, aventando en el parque la gabardina con las manos para sacar a pasear la pilila entre otras partes pudendas.
El uno, explicándonos lo bien que hace Ada Colau pensándoselo tres veces antes de renovar votos con el Circuit de Catalunya donde se celebra el Gran Premio de España; y el otro, mostrándonos a las buenas cómo Sebastian Vettel se pudo convertir en el tetracampeón más joven de la historia.
¡Puro capitalismo, oiga! El británico, al que hace poco le sobraban internet y su chusma porque sólo buscaba setentones que compraran Rolex. En cuanto a la permanencia de Silverstone en el calendario le han faltado relojes de oro y personal entradito en años, con lo cual, no se ha cortado un pelo en indicar que acabe pagando el erario público.
John Maynard Keynes, pero al revés. Modo sé keynesiano porque en caso contrario, te meto. Que Keynes puro es cuando el estado piensa en términos de inversión a pérdida, para que la cosa privada se ponga las pilas y todo el mundo salga ganando. No cuando un mafioso de medio pelo te dice que pongas lo que hace falta para cuadrar uno de sus balances en una de las Islas del Canal, o en la City misma, paraísos fiscales donde los malos de la película orinan siempre a los buenos.
Y el austriaco... ¡Qué deciros?
Hoy te ayudo a reflotar el WRC, mañana a que el Pacto de la Concordia disponga de fe de erratas, pasado a que estrenes circuito, y cuando hace falta que haga frente a lo que realmente significa competir en Fórmula 1, me pongo a llorar como un chiquillo a quien quieren quitar la pelota, incluso amenazando con abandonar el patio del colegio.
John Maynard Keynes, pero al revés. Modo sé keynesiano porque en caso contrario, te meto. Que Keynes puro es cuando el estado piensa en términos de inversión a pérdida, para que la cosa privada se ponga las pilas y todo el mundo salga ganando. No cuando un mafioso de medio pelo te dice que pongas lo que hace falta para cuadrar uno de sus balances en una de las Islas del Canal, o en la City misma, paraísos fiscales donde los malos de la película orinan siempre a los buenos.
Y el austriaco... ¡Qué deciros?
Hoy te ayudo a reflotar el WRC, mañana a que el Pacto de la Concordia disponga de fe de erratas, pasado a que estrenes circuito, y cuando hace falta que haga frente a lo que realmente significa competir en Fórmula 1, me pongo a llorar como un chiquillo a quien quieren quitar la pelota, incluso amenazando con abandonar el patio del colegio.
¿No hay talonario que pague que Zetsche o Marchionne te den un propulsor pura sangre? ¡Jódete o baila! Pero por favor, deja de llorar, porque estás mostrando de qué lagrimas está hecho el tipo que en la actualidad se codea con Alain Prost en títulos.
«A un tonto le das un pase de prensa y tienes un gilipollas para toda la vida.»
Recordad a Paco. Os leo.
«A un tonto le das un pase de prensa y tienes un gilipollas para toda la vida.»
Recordad a Paco. Os leo.
1 comentario:
Si hacemos caso a lo que comenta Scalabroni, un motor de F1 es un prototipo, es casi artesanal, como una obra de arte, no como las Pirelli que son artesanales, pero no una obra de arte sino un hecho a medida de Bernie....
A lo que iba, comenta el sr. Scalabroni, que los motores salen con una diferencia, aunque intentes hacerlos iguales, de +,- 1% de rendimiento.
Haces una hornada y los pasas por el banco de prueba, la propia casa se quedará con los mejores, ya dicen, quien reparte se lleva la mejor parte.
Un equipo cliente siempre jugará en desventaja.
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