Shouryuu

A partir de lo visto esta tarde en Singapur, nadie con dos dedos de frente podrá volver a decir que los milagros no existen en Fórmula 1.

Existen, claro que existen. Hace unas horas hemos podido ver uno con nuestros propios ojos. Ferrari, sin grandes novedades aparentes y concentrada ya en el vehículo de 2016 según algunas fuentes bien informadas, le ha metido una manta de boinazos a la todopoderosa Mercedes AMG en Marina Bay, que todavía debe estar doliendo en Brackley, en Stuttgart y en Tombuctú.

Bien es verdad que tuvimos un aviso en Malasia de esta misma temporada, pero aquello quedó en nada, como la broma de Hungría [Ni puta gracia]. Lo que sí queda y bien que queda, es esa esponjosa sensación de incredulidad que deja tras de sí todo milagro que se precie de ser llamado así. Lo de hoy resulta incomprensible. Aproximadamente 2 segundos, que se dice pronto, es lo que ha perdido la anglo germana frente a su rival italiano en apenas dos semanas.

Cuesta digerirlo. El catecismo de la F1 siempre nos ha dicho que estas cosas son descartables por imposibles. Nuestra fe se consolida en el credo que afirma que los pasos siempre son pequeños en la máxima disciplina del deporte del automovilismo deportivo, salvo que medie un cambio de temporada o de reglamento, claro está. Las distancias tan grandes son practicamente infranqueables cuando hablamos de autos de carreras...

Pero como mencionaba en el primer párrafo, ha ocurrido y ante tamaña evidencia sólo cabe admitir que hemos vivido asentados en el error, y que Marc Gené y Pedro de la Rosa pudieron perder hace eones, eso que comunmente denominamos pulso candente de la cosa. Lo que me lleva a escribir estas líneas para que desterremos de una vez por todas, eso otro tan extendido de que Mclaren Honda no puede recuperar el terreno perdido hasta 2017 y tirando por lo cercano, que si no, nos ponemos tranquilamente en 2018 y nos dan las uvas y tal.

Si existen los milagros, que se ve que existen, incluso Manor podría estar en la pomada en Suzuka o Interlagos, ¿o no?

Tras lo visto esta tarde, pienso honestamente que conviene que vayamos quemando todas las informaciones que nos aseguraban, que el horizonte de la entente a la que sirven Alonso y Button tenía un futuro más negro que los pelendengues de un grillo. ¿Quién es el guapo que se atreve a decir ahora que Woking no es al menos tan milagrera como Maranello, o que la magia italiana es más poderosa que la británica y la japonesa juntas?

Os leo.