You'll Never Walk Alone

Estaba guardando esta foto para una jornada como la de hoy. Comprendo que Josemi Rodríguez-Sieiro desapruebe su uso pero a mí me gusta porque el color radiante me produce alegría y eso es precisamente lo que siento en estos momentos: una alegría que no me cabe en el cuerpo.

He pasado por Twitter un instante y he salido escopetao, para qué os voy a mentir. Mañana lo intento otra vez, lo prometo. Me pongo la escafandra autónoma, me visto de hombre rana, y seguramente toleraré mejor el reparto de credenciales de buen aficionado, los saludos y los mensajes de los alonsistas de toda la vida que han salido hoy como setas en otoño, como si no nos conociéramos...

Pero ahora no, esta tarde prefiero tomarme un buen whisky, fumarme una buena pipa y disfrutar como un niño con zapatos nuevos de la victoria del Nano en La Sarthe. Sí, junto a Sébastien y Kazuki, pero victoria de Alonso.

Y ya si eso, también os contaré mañana lunes cómo me ha ido la aventurilla de esta noche. 19 entradas con la que escribiré en un instante como colofón. He clavado la cifra lograda en 2014 pero he vuelto a morder el polvo. El alicatado se me fue a hacer puñetas por un error de novato, pero no importa, lo he disfrutado, como cada vez que me meto en un tipo de fregao similar, y si además os he ayudado a entender algo de todo esto desde mis pobres rudimentos, pues mejor que mejor.

Y nada más. A la gente de buen corazón, a los que cantábamos el You'll Never Walk Alone en los tiempos duros, al propio Fernando, deciros que os quiero. Hemos llegado juntos hasta aquí y aunque yo me largue pronto, hoy resulta infinitamente más fácil explicar cómo es que a nuestro asturiano le han puteado tanto en Fórmula 1. Y es que cuando tiene equipo y coche, y compañeros, demuestra que es un perfecto animal de carreras, un racer —seguramente el último que disfrutaremos en bastantes años—, que no ha olvidado lo que significa salir a por la victoria ni lo que supone enfrentarse a la incertidumbre de una carrera con la frente alta y queriendo ir a por todas, incluso si esa prueba se llama Le Mans.

Y antes de que se me olvide, me gustaría mandarle un abrazo especial a Vitaly Petrov. También él, hoy, habrá comprendido lo estúpido que fue en 2010, cuando decidió no comportarse como un Gentleman driver en Abu Dahbi. Hay llamas que ni con el mar, tío. Nasdrovia, mate!

La festividad del Holi y el renacer. Os leo.