jueves, 14 de junio de 2018

Montoya a las 10


Siempre es bueno para el negocio que determinados hechos se pongan de moda o trasciendan en un momento dado la importancia que han tenido hasta ese preciso instante. 

Así las cosas, a pesar de los numeroso pedorros y pedorras (please, segunda acepción que da al término nuestra Real Academia de la lengua Española), que insisten en que el intento de Alonso por alzarse con La Triple Corona no supone sino una especie de premio de consolación (¡y a ver!), lo cierto es que el empeño del asturiano ha sacado de la humbría de nuestra historia deportiva este extraño triunfo, y ha puesto sobre el tapete que sólo hay tres individuos en la actualidad que podrían obtenerlo.

Los promotores, las autoridades, los equipos y entes como Liberty Media, la FIA, el ACO y la IndyCar Series, está que dan palmas con las orejas. Imagino que el Príncipe Alberto de Mónaco también, pero a lo que vamos: que hay gente todavía que no entendido una castaña de lo que supuso para todos —los aficionados y prensa también salimos beneficiados, desde luego—, que al de Oviedo se le metiera entre ceja y deja disputar la edición de las 500 Millas de Indianápolis de 2017.

Venimos hablando de este mismo asunto va ya para un año y medio, pero como nunca llueve a gusto de todos y tampoco es cuestión de ofrecer paraguas a quien tiene ganas de empaparse y se ha juramentado en conseguirlo, volvamos sutilmente sobre nuestros pasos y digamos que sólo Jacques Villeneuve, Fernando Alonso y el protagonista de esta entrada, está todavía a tiempo de conseguir su correspondiente Triple Corona.

A decir verdad, el canadiense y Juan Pablo Montoya lo tienen más a mano que Fernando. El hijo de Gilles ganó el Mundial de Fórmula 1 1997 —para este cómputo vale tanto como vencer en el Gran Premio de Mónaco—, además de coronarse campeón de la Indy 500 en 1995. 

Participó en Le Mans, en la edición de 2008, a bordo de un Peugeot 908 HDi FAP, haciendo tripulación junto a Nicolas Minassian y nuestro Marc Gené, pero desgraciadamente su coche hizo segundo. Le queda por tanto vencer en Las 24 Horas de Le Mans para conseguir La Triple Corona, y que no nos extrañe si un día se vuelve a poner los guantes y el casco y lo intenta, porque el de Saint-Jean-sur-Richelieu tan sólo tiene 47 años en la actualidad.

De Fernando ya hemos hablado lo suficiente así que sin más dilación vamos a dar paso a Juan Pablo Montoya, Juancho para los amigos.

El de Bogotá tiene su Gran Premio de Mónaco, conseguido en 2003 a bordo de un Williams FW25, y dos Indianápolis, las Indy 500 de 2000 y 2015. Le falta Le Mans, y el caso es que participa este año junto Will Owen y Hugo de Sadeleer montando un Ligier LMP2 del equipo de Zak Brown, United Autosports.

¿Podría conseguirlo? Yo diría que como en el caso de Alonso en la Rolex 24 at Daytona, Montoya no está en la mejor de las posiciones, pero este tipo de carreras son muy largas, duras y exigentes, y puede pasar de todo, como pudimos comprobar en 2017 en La Sarthe, cuando uno de los vehículos de la escuadra de Jackie Chan lideró la prueba hasta que Porsche le amargó el caramelo.

Y sí, podría ser, ¿por qué no? Y sin duda yo lo celebraría...

Os leo.

1 comentario:

anonimo dijo...

Si yo fuera Fernando, y sabiendo lo apasionado que es, aprovecharía todas las oportunidades posibles. No por la triple corona, sino simplemente porque es evidente que lo disfruta. Si no lo ha hecho antes no era porque no le diera en gana, sino porque seguramente sus jefes o auspiciantes no lo permitían. Hoy vas y le dices a Fernando que si quiere puede correr un rally local, o mismo una segadora y lo hace, aunque ni siquiera tenga televisación.
Si yo fuera el organizador de una categoría importante, como sucedió con las Indy 500 en 2017 o Le Mans este mismo fin de semana, estaría más que encantado de tener a Fernando compitiendo. No solamente es un excelente piloto, sino que tiene un ejército millonario de seguidores.
Pero la historia es lo que es: Yo aquí aporreando el teclado no soy ni dueño de la F1, ni tampoco Fernando, ni organizo carreras de ningún tipo. Entiendo que se ha dado una confluencia de intereses y aplaudo por ello.