viernes, 8 de junio de 2018

Hay mucha presión ahí fuera


Como la cosa de nuestra cultura social (sic) se ha convertido en consumir, a ser posible a todas horas y con cara sonriente, creo que podemos coincidir en que todos nos hemos vuelto un poquito productos de consumo, o un muchito en según qué casos.

La exposición pública nos quema. No queremos que ocurra pero sucede. Y puesto que esto que digo depende directamente de la cantidad de focos que nos rodean, a los mindundis nos toca quemarnos lentamente mientras que a las estrellas —deportivas en este caso— les toca quemarse en plan supernova. Otra cosa es que ellas y nosotros nos dejemos, porque en ese evitar de cualquier forma que se nos vea el humo de la combustión, se nos va la vida...

Hacía tiempo que quería volver a tocar este tema, y es que, en realidad, conocemos bastante poco de nuestros ídolos automovilísticos.

Lo que vemos, o mejor dicho, lo que nos dejan ver, suele sonar a anuncio publicitario o a avance de película. Algo siempre cortito y al pie que promete más que aclara, quedando su explicación para el aficionado al albur del especialista de turno, que es quien de verdad desarrolla el tema en revistas, vídeos o audios, o portales de internet. Y así, la mayoría de veces lo que nos llega sobre nuestros héroes no tiene absolutamente nada que ver con lo que era real en origen.

Me preocupa este asunto, fundamentalmente porque a la hora de la verdad juzgamos los juicios que han hecho otros sobre ellos, no la personalidad de los pilotos; y así acabamos cosificando a los conductores y etiquetándolos como productos de consumo que es posible repartir por estanterías. Hay bueno y malos, agradables y desgradables, blanditos y duros, y como tontos del culo nosotros aceptamos el juego, y compramos la mercancía que ya viene envuelta y lista para tomar previo paso por el horno microondas. 5 minutos y ya está.

Si tenéis un ratito y ganas, podréis comprobar por vosotros mismos que llevo desde prácticamente el inicio de Nürbu señalando que como consumidores de espectáculo deberíamos estar un poco más atentos a estas sutilezas. Y lo malo no es que lleve más de diez años con lo mismo, sino que el asunto ha ido empeorando con cada temporada y hoy existe gente exigente que no comulga con tal o cual piloto sencillamente porque lleva la correspondiente etiqueta grapada en el cerebro y de ahí no sabe salir.

Muchos me recriminan que mi óptica sobre Sebastian haya cambiado y ahora me muestre un poco más dulce con él que hace unas sesiones atrás. Sinceramente os lo digo: a mí me preocuparía no haber cambiado.

Escribo para comprender y para aprender, y acabo echando tantas horas tratando de descubrir a la persona que hay detrás de cada información que lo alude, que al final las estanterías no sirven de nada y casi puedes tocarlo. Hay mucha presión ahí fuera, pero en serio, esto de cambiar de perspectiva de acercamiento supone un ejercicio bastante interesante que yo recomendaría realizar al menos un par de veces por jornada. Sebastian, Lewis o el mismo Fernando, van a seguir siendo los mismos, o parecidos, que a ellos también les pasa factura el tiempo. Tan desconocidos como antes, sin duda, pero lo que va a cambiar radicalmente es cómo veréis a quien etiqueta y coloca en el estante cada una de las verdades absolutas e inamovibles que nos rodean.

Os leo.

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