martes, 12 de junio de 2018

La victoire! [#BlueTrain/004]


Como en lo de ser millonario, tampoco he probado ganar unas 24 Horas de Le Mans, aunque imagino que en ambos casos, la coyuntura, l'affaire, tiene que proporcionar unas sensaciones tan inenarrables que produce una inmensa pereza intentar describirlas.

Nos acercamos a la hora cero y nuestros alrededores ya se han puesto las pilas. Todo el mundo habla de Le Mans y vamos a tener Le Mans hasta en la sopa. Queda por delante la parte dura del trabajo, en mi caso, asumir que toca pasar desapercibido después de haber insistido durante ventiún días en poneros los dientes largos contando anécdotas con la intención ingenua, infantil si queréis, de que incluso no sabiendo nada o conociendo poco, os animéis a acercaros por el agujero de la cerradura a participar de una de las aventuras automovilísticas más grandes que existen en la actualidad, siquiera como vulgares voyeurs.

Las 24 Horas lo merecen. Suponen un universo aparte. Su dureza puede llegar a resultar cruel. Los hombres y mujeres que participan en ella son héroes siempre, incluso si se ven obligados a ceder la rodilla. Y nosotros, los aficionados, somos gente con suerte por el simple hecho de poder disfrutar de una carrera que casi ha cumplido un siglo, y que a día de hoy mantiene vivas las constantes que la alentaron un lejano 1923.

Me quedan tres textos hasta el viernes (cuatro con éste que estoy modelando ahora mismo), pero quiero que os entre en la cabeza que lo importante no es haber llegado hasta aquí, sino lo que queda, la parte definitoria de la cosa.

El sábado estaremos todos en otra onda. Ese mediodía se dará la salida a la octogésimo sexta edición de un gigante que no hay por dónde agarrarlo. El banderazo de inicio lo ejecutará nuestro Rafa (Nadal), pero como le comentaba esta misma mañana a Ernesto, todavía no sé si me pondré la bandana para intentar de nuevo lo que no logré en 2014 [#25TLM14], ni en 2015 [#25TLM15] ni en 2016 [#25TLM16]. De ponerme a ello creo saber ahora cómo sería posible coronar 2018 con una Le Mans a lo Nürbu. Sinceramente, prefiero pensarlo mañana o pasado mañana.

Cejé en darme cabezazos con la pared en 2017 y, de verdad, no lo lamento.

Así que mientras nos acercamos al final de esta microaventura que comenzamos juntos el 22 de mayo pasado [#BlueTrainSpecial], con vuestro permiso prefiero concentrarme en llegar vivo a este próximo viernes, eso sí, recordando hoy la victoria en 1966 de Bruce McLaren y Chris Amon —quien declinó seguir corriendo en Nürburgring 1976 después del accidente de Niki Lauda [Ningún mal temeré (#Nürbu 18)]—, poniendo énfasis es este pequeño matiz: un tipo que había sobrevivido a Le Mans, prefirió, años después, no continuar jugándose la vida en el Nordschleife.

Así estaban las cosas entonces. Nuestros poetas de aquella época apostaban su pellejo por cosas bellas e inenarrables, pero había límites, como hoy, y lo mágico de Le Mans es que en la actualidad, en su asfalto, los pilotos participantes se la siguen jugando casi de igual manera porque la victoire en el trazado de La Sarthe mantiene el mismo sabor que antaño.

Y eso, que os leo.

1 comentario:

anonimo dijo...

¡¡Apúntame al club!! Tampoco soy millonario ni gané las 24 de Le Mans. Debe haber otros más en las mismas condiciones ¿No es así?