domingo, 17 de junio de 2018

Por su propio pie #25TLM18 [19]


Por fortuna para todos estamos disfrutando de una edición que nos está respetando bastante en términos de accidentes, pero como ésta es una entrada que tenía abocetada desde hace horas y ahora mismo lo que tengo son una enormes ganas de irme a desayunar, voy a ver si la concluyo de una vez, la dejo lista y programo su publicación para las 09:00, y con la misma me voy a por un café y un pintxo de tortillita, que buena falta me hacen.

Al lío. Cada cierto tiempo hablamos de esto mismo e incluso, a veces, lo saco a colación porque no quedan más bemoles, como fue el caso del desgraciado y faltal accidente de Simonsen [Un pétalo de rosa en Tertre Rouge] o, más recientemente, al reflexionar sobre el boinazo de Fittipaldi en Spa.

En todo caso, que es a lo que vamos, al igual que decíamos que sucede en cuanto a los diferentes planteamientos aerodinámicos que conviven en las 24 Horas de Le Mans, no debemos olvidar que en cuanto a seguridad se refiere, también comparten pista dos conceptos [Seguridad ante todo (26-06-2013)], de los cuales uno es infinitamente más seguro que el otro.

Queramos o no, los representantes de las categorías GTE Pro y Am son vehículos de altas prestaciones diseñados para rodar en ámbitos diferentes a los circuitos, que cuando pretenden entrar en competición necesitan ser adaptados a la normativa correspondiente y reforzados en muchas de sus partes, una de ellas, sin duda, el habitáculo, y con la intención de hacerlo todavía más seguro.

Sin embrago, en el caso de los LMP2 y LMP1 la seguridad viene de serie, no es un añadido. El reglamento establece la existencia de una célula segura que ampara y protege al piloto de manera integral, que como podemos ver en la imagen de abajo es muy similar a la de nuestros monoplazas del Mundial de Fórmula 1, F2, etcétera.


Y aquí viene lo interesante de esta perspectiva, porque si la seguridad es elevadísima en el caso de la categorías superiores del WEC, en las inferiores no lo es tanto, y de suyo, debemos recordar que ante un tipo de accidente similar, la respuesta de ambos conceptos va a ser radicalmente diferente.

Así las cosas, mientras un piloto de LMP1 o LMP2 tiene muchísimas cartas para salir por su propio pie del coche, como vemos en la imagen de encabezamiento que hace McNish en 2011, para otro que conduzca un GTE la cosa puede no resultar tan sencilla.

Sigamos cruzando los dedos. Os leo.

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