Aunque me sigue sorprendiendo para lo poquito que da el apasionamiento en momentos tan especiales como los que estamos viviendo, agradezco en lo que vale que los apasionados hayan comenzado a perder el culo por sumarse a la corriente Le Mans, dejando el pasado Gran Premio de Canadá tan huérfano y falto de contenido que, a lo mejor, la temporada que viene o la otra, parecerá que no ha existido.
Donde esté hablar a todas horas de Fernando Alonso y lo fácil que lo tiene en Resistencia, que se quite señalar la mierda que nos rodea, no sea que alguien, difuso y lejano, decida que no nos contrata porque una vez pecamos diciendo la verdad...
Corren malos tiempo para la lírica. Juan Manuel y Joaquín se nos han hecho viejos. Paco ya no está, tampoco Moncho, y aunque Iñaki no canta Alta velocidad para Javier sigue siendo fiel a su compromiso, así que sí: es de agradecer que con esto de Le Mans la curia y sus sotanillas se hayan olvidado de recordarnos que el Halo resultó crucial para la seguridad de Lance y Brendon en su lance (disculpádmelo) en el Gilles Villeneuve.
Empiezo a estar en vuestros retrovisores. En unos pocos días he sido capaz de reducir las ausencias acumuladas hasta que me es posible decir hoy que estoy llegando, ¡cariño, espérame, que a las doce ceno contigo...!
Permanezco a cuarenta y cinco textos de mi segunda mejor marca anual, el mes que viene destrozamos la más nutrida. ¿Merece la pena? A mí sí y sospecho que a muchos de vosotros también. Básicamente por eso sigo. El apasionamiento es una excusa barata que sirve, mayormente, para no enfrentarnos a la realidad. Hablamos mucho de 2006 para atrás, pero lo que es actualidad apenas lo tocamos. Y el caso es que lo más sobresaliente de la pasada carrera en Montreal fue el boinazo que se metieron Stroll y Hartley. Pero mejor no hablar de eso, ¿verdad? Porque señalarlo supondría admitir que las 67 vueltas restantes no nos dijeron nada, absolutamente nada.
Y como nuestra Fórmula 1 siempre ha sido así, casi mejor que no tratamos de cambiarla y hablamos, en consecuencia, de lo fácil que lo tiene Alonso en Resistencia, o de lo épicas que resultan las carreras que no se recuerdan.
Os leo.
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