miércoles, 13 de junio de 2018

Canadá para olvidar


Aunque me sigue sorprendiendo para lo poquito que da el apasionamiento en momentos tan especiales como los que estamos viviendo, agradezco en lo que vale que los apasionados hayan comenzado a perder el culo por sumarse a la corriente Le Mans, dejando el pasado Gran Premio de Canadá tan huérfano y falto de contenido que, a lo mejor, la temporada que viene o la otra, parecerá que no ha existido.

Donde esté hablar a todas horas de Fernando Alonso y lo fácil que lo tiene en Resistencia, que se quite señalar la mierda que nos rodea, no sea que alguien, difuso y lejano, decida que no nos contrata porque una vez pecamos diciendo la verdad...

Corren malos tiempo para la lírica. Juan Manuel y Joaquín se nos han hecho viejos. Paco ya no está, tampoco Moncho, y aunque Iñaki no canta Alta velocidad para Javier sigue siendo fiel a su compromiso, así que sí: es de agradecer que con esto de Le Mans la curia y sus sotanillas se hayan olvidado de recordarnos que el Halo resultó crucial para la seguridad de Lance y Brendon en su lance (disculpádmelo) en el Gilles Villeneuve.

Empiezo a estar en vuestros retrovisores. En unos pocos días he sido capaz de reducir las ausencias acumuladas hasta que me es posible decir hoy que estoy llegando, ¡cariño, espérame, que a las doce ceno contigo...! 

Permanezco a cuarenta y cinco textos de mi segunda mejor marca anual, el mes que viene destrozamos la más nutrida. ¿Merece la pena? A mí sí y sospecho que a muchos de vosotros también. Básicamente por eso sigo. El apasionamiento es una excusa barata que sirve, mayormente, para no enfrentarnos a la realidad. Hablamos mucho de 2006 para atrás, pero lo que es actualidad apenas lo tocamos. Y el caso es que lo más sobresaliente de la pasada carrera en Montreal fue el boinazo que se metieron Stroll y Hartley. Pero mejor no hablar de eso, ¿verdad? Porque señalarlo supondría admitir que las 67 vueltas restantes no nos dijeron nada, absolutamente nada. 

Y como nuestra Fórmula 1 siempre ha sido así, casi mejor que no tratamos de cambiarla y hablamos, en consecuencia, de lo fácil que lo tiene Alonso en Resistencia, o de lo épicas que resultan las carreras que no se recuerdan.

Os leo.

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