domingo, 17 de junio de 2018

Lo peor #25TLM18 [24]


A prácticamente una hora del cierre de esta edición de las 24 Horas de Le Mans, cabe recordar que queda la parte que tiene más carga emocional. 

No quisiera estar en la piel de ningún integrante del equipo Toyota. Se ha llegado hasta aquí pero todavía no es seguro que se complete la carrera, ni siquiera cuando falten unos minutos para ver la bandera a cuadros se podrá estar tranquilo. Hay que llegar a las 15:00 exactas, bien con antelación a la línea de meta o bien dejándola atrás con ánimo de dar una vuelta más que prolongue la agonía.

Toyota tiene todas las papeletas para hacerlo, pero aún no lo ha logrado.

Kazuki lleva el volante en estos instantes y seguramente tiene más presión encima que la que ha sufrido Alonso de madrugada. Nakajima, el supuesto engranaje débil de la tripulación del TS050 dorsal número 8 sabe lo que es perder de verdad en Le Mans. No por rotura, accidente o abandono temprano, sino por un pinchazo en la última vuelta, cuando todo parecía estar hecho pero no lo estaba. Merece estar en el cockpit ahora.

Su papel, como el de Buemi, no ha sido todo lo excelente que esperaban los paladares más exigentes. Pero las 24 Horas de Le Mans de 2018, a pesar de su grandiosidad, tan sólo son una batalla más del supercampeonato WEC y doy por seguro que en otra prueba o en otras pruebas, el de Okazaki tendrá tiempo y oportunidad de salvarnos el culo porque la guerra apenas ha comenzado y hay que terminarla aquí, precisamente, el 19 de agosto de 2019, dentro de 14 meses.

La generosidad no es exigible a nadie, por supuesto. Se puede reprochar su ausencia, eso sí, y más si cabe, si hablamos de deporte y concretamente de unos cuerpos humanos que llevan encima horas y horas de trabajo al límite físico y mental. Y Nakajima ha sido el elegido para hacer el relevo final porque merece quitarse el mal sabor de boca de 2016 y porque Toyota busca una nueva victoria japonesa en Le Mans.

¿Podemos ser generosos con él? Yo diría que sí. Diría que podemos permitírnoslo porque Kazuki es uno de los tres mosqueteros del coche número 8 y al igual que Sébastien y Fernando, ha contribuido a que estemos aquí, pasando el último mal trago, rezando para que esta última hora sea lo más breve y clemente posible.

Os leo.

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