lunes, 23 de julio de 2018

No avanzamos


Ni promesas, ni marco de convergencia, ni Rita la Cantaora, el Gran Premio de Alemania de este año ha puesto de relieve la enorme diferencia que todavía existe entre propulsores. Mercedes-Benz y Ferrari a un mundo, aún, de Renault y Honda, y como telón de fondo, una FIA que parece más interesada en mantener el actual estado de cosas que en zanjar el asunto de una vez por todas.

Lo comentábamos el año pasado: la idea de reducir a tres unidades de potencia y dos MGU-K los disponibles sin penalizar para esta temporada, apuntaba a tiro por la espalda a los fabricantes que siguen intentado acercarse a la cabeza.

Hablaba entonces desde la cajita de Honda —los gilipuertas siempre te ponen en cajitas y es mejor dejarles— y ello restaba valor al asunto. También hablaba de Renault, muy beneficiada en 2017 porque el fuego de la prensa apuntaba a Sakura, pero en todo caso aquí estamos, casi doce meses después, abocados a continuar disfrutando de una de las herencias más sangrantes de Bernie: el Grupo de Estrategia, la cueva donde los equipos más pudientes imponen su criterio entre toneladas de hipocresía y buenismo.

Sin suficientes entrenamientos, con limitaciones por todos lados, avanzar en el camino adecuado se ha puesto demasiado cuesta arriba como para resultar algo asequible en el corto plazo y aún en el medio.

Muchas veces nos preguntamos por esa manía de castigar a los pilotos en parrilla por los problemas que sufren sus escuderías con el material disponible. Bastaría sancionar económicamente a estas últimas si no fuera porque estamos hablando de dinero. Y lo cierto es que también hablamos de dinero con el tema de la pérdida de puestos.

La lógica perversa del invento es sencilla de entender: este tipo de sanciones tocarían el bolsillo, de forma que siempre es mejor aceptar las tesis de los grandes porque te puedes ahorrar una pasta negociando a cambio de hacer deberes en desarrollo o metiendo en el habitáculo a uno de los chavales de la escuela de pilotos correspondiente, y si hay que penalizar, pues que penalice el conductor o el Maestro Armero, porque al final las cuentas cuadran, que es lo que realmente importa.

Así las cosas, hecha la ley hecha la trampa. Mercedes y Ferrari tienen una cohorte de equipos que más que clientes son pesebreros. Ni carraspean ni tosen, tragan con lo que les echen, y de esta maravillosa manera surgen episodios como los paridos cuando se permitió a los fabricantes más retrasados que modificaran sus proyectos en 2017, o cuando se propuso que todas las unidades de potencia tendrían que converger en 2018 en un abanico de 3 décimas de diferencia de rendimiento, aunque nunca se nos dijo si ocurriría en Australia o en Abu Dhabi.

Y para compensar los posibles daños económicos a los más grandes, se da luz verde a la enésima reducción de costos, que convenientemente disfrazada de eficiencia, ha dado lugar al panorama que disfrutamos ahora...

No me extiendo. Sin auténticos márgenes para desarrollar el producto no va a existir paridad ni ahora ni en 2021. Aquí podría entrar de oficio la FIA, pero no lo va a hacer.

La desigualdad actual es evidente, pero la Federación no va a mover un dedo para que las plataformas que acumulan retrasos puedan pillar a los fenómenos que han convertido nuestro deporte en su cortijo, a la espera de que Liberty ponga un poco de orden. La FIA podría establecer una fórmula similar a al Balance de Prestaciones vigente en la IMSA o a la Equivalencia (EoT) del WEC, que tanto da que hablar a los antialonsistas de piscifactoría, pero desengañaros, a Todt y su gente les viene mejor hablar de marcos de convergencia que no se concretan mientras siguen calentando sus cómodas butacas con el culo.

Os leo.

2 comentarios:

Cao Wen Toh dijo...

La F1 hace mucho que se fue a la mierda; yo lo dato en 1994, aunque igual ya hubo mucha basura antes. Todo lo que coge gran velocidad luego es difícil de parar, por eso es ahora cuando empiezan a caerse las anteojeras (blinkers en inglés) de mucha gente, cuando el gran circo se empantana en sus propias heces. Liberty no ha venido para salvar la competición a base de dinero. Creo que la jugada es otra; para mí es una cabeza de puente de la Indy para globalizarse, para llegar a Europa, China, Malasia, Dubai, Rusia... Cuando ya no estén ni Ferrari ni Mercedes, entrarán las escuderías americanas. Haas es todo un estudio sobre ruedas, en McLaren dirigen Zak Brown y Gil de Ferrán. Y oiga, lamentaré que mueran Sauber y Renault (si no saben adaptarse a lo Darwin), pero igual el espectáculo renace con unas reglas sencillas y en ausencia de favoritismos. Se llamará Fórmula 1, pero será, si no mejor, al menos distinta.

Anónimo dijo...

Yo no entiendo porqué tienen que estar de acuerdo con lo que quieran hacer para que se haga. Si Liberty dice una cosa, que se haga. Por mucho que amenacen los equipos grandes con irse luego no tendrán cojones. Si la F1 se creó para que las marcas demostrasen ser las mejores, que lo hagan. Y para eso no tienen que hacerles las reglas a medida.

En mi opinión todo debe empezar con una simplificación enorme de los motores, seguida de otra de la aerodinámica. Motores como los de la indi, baratos, rapidos y fiables. La aerodinámica más de lo mismo, dando solo opción al desarrollo en determinadas partes (como el difusor, alerones y fondo plano) pero mucho más simples que los actuales. También en el chasis. Reducciones de peso y tamaño de los coches.

Y por último, cambio del sistema de reparto de beneficios por la las televisiones. Creo que el 50% de este dinero debería ir dividido en partes iguales a cada equipo y el resto repartirse en función de los puntos.

Opinión de un espectador cualquiera.