jueves, 26 de julio de 2018

Dance of the Knights


El año del retorno de Michael Schumacher a la máxima disciplina no fue lo que esperaba, como tampoco lo fueron los siguientes hasta su retirada definitiva a finales de 2012. 

Desgraciadamente, salvo que suceda un milagro, que yo agradecería, él no nos podrá contar jamás de puño y letra cómo fue aquello. Su accidente, la cautela y el silencio que le rodean desde entonces, y el buenismo —que no falte—, que sólo acierta a hablar del Kaiser mostrándonos sus mejores ángulos frente a la cámara, han impedido y seguirán impidiendo que disfrutemos de unas memorias hechas con las entrañas, en las que perfectamente podríamos leerle: «Ross me la metió doblada.»

Pienso muchas veces en cómo quedaría de insulsa la Historia si cayera en manos de tanto edulcorador como abunda en nuestra actualidad deportiva, si no fuese porque la pobrecita ya está bastante edulcorada en manos de los historiadores oficiales, claro.

Atila, un ejemplo, sería destacado ante las edades por cómo ayudaba a tender la ropa a las ancianas y mujeres de las tribus hunas, de aquí cerquita de donde vamos a celebrar el Gran Premio de Hungría, por cierto. Jerjes el Grande por cómo repartía dulces a los niños aqueménidos, y Ragnar Lodbrok por haber enseñado las virtudes de la arquitectura naval en tingladillo a los pueblos del norte de Europa y este de las islas británicas...

Estoy exagerando, sin duda. Suelo hacerlo. Pero os confieso que esto de eliminar cualquier arista molesta de la personalidad de nuestros héroes antes de hablar de ellos o de relatar sus hazañas, me suena a vestir de blanco a Darth Vader y llevarle a decir ¡jolines! antes del mítico I'm your father!

¡Por Dios bendito!, la mitad del carisma de Michael radicaba en ese lado oscuro que en el momento menos pensado te podía soltar dos hostias. En esa crueldad animal que destilaba incluso aparentando estar en Babia. La luz y la sombra lo tallaban por igual sobre el mismo mármol. El equilibrio entre el bien y el mal lo hicieron único e irrepetible. Medido y educado en las ruedas de prensa o ante los micrófonos, el mismo coloso era capaz de llevar a sus enemigos al abismo y abrirles allí la puerta para que se despeñaran, y empujarles si hacía el caso.

Mi Gran Caimán difiere mucho de la imagen oficial, evidentemente, pero explica mucho mejor que cualquier saga buenista, cómo sin otra cosa mejor que hacer, tuvo la ocurrencia en Hungría 2010 de llevar a su ex compañero Barrichello a que se le pusieran de corbata casi rozando el muro a más de 200 por hora.

Rubinho, algo subidito de tono en la fiesta de presentación de su libro, había sucumbido a la impertinencia de insinuar que Michael perdía aceite, seguramente previendo ingenuamente que no volvería a cruzarse con el alemán en la vida, pero el de Kerpen, como las cobras, acusó recibo y esperó a tener al brasileño a tiro. ¿Quieres pasarme? ¡Pasa!, ¡pero que no se te olvide en tu puta existencia quién sigue siendo tu jefe de filas!

Os leo.

2 comentarios:

Elín Fernández dijo...

Entre tantos récords, ¿existe uno para el que más trampas ha hecho?
Todas las patrañas que este individuo hizo a lo largo de su carrera no son de un tipo que ganó tanto.
¿Qué tal si a Rubens le hubiera pasado algo?
El piloto perdía los estribos a ratos cuando se veía amarrado y mordiendo el polvo. Ese tipo de gente no saben perder y a la vez son peligrosos en cualquier ámbito por más calmado, decente o educado que pareciera.
Eso sí, es el rey de los números pero nada más.

Bertor dijo...

A Schumacher lo consideramos a veces como el último gran campeón, pero algunos de sus campeonatos fueron igual de descafeinados que los de VET o HAM, ganando por tener un coche abrumadoramente superior.

Pero también tuvo victorias épicas o muy luchadas. Hay que poner cada cosa en su sitio y valorar su trayectoria detenidamente, no diciendo que tiene 7 títulos y punto.

Esto es como valorar a Alonso porque tiene dos campeonatos. Y olvidamos el resto de campeonatos que CASI ganó...

En este sentido, VET y HAM también tienen su mérito. Hubo campeonatos que ganaron luchando y con igualdad a lo largo del año, aunque haya otros que pierden mérito por ser relativamente fácil ganar con un supercoche.

Los números son eso: números. Hay tanto detrás de ellos...