domingo, 26 de agosto de 2018

Ahí que vamos...


Todo este frenesí que estamos viviendo a cuenta de lo bien que se va a vivir cuando Fernando Alonso abandone la Fórmula, me recuerda demasiado a lo bien que se iba a vivir cuando nuestro deporte pasaba de la modalidad de televisión en abierto a la de pago...

Transcurre el tiempo y las cosas acaban encajando, y ahí que vamos todos, negando unos la realidad y aguantando los demás los chaparrones, porque la vida, sin buenos y malos, no es vida ni es ná.

Por suerte llevo demasiados crepúsculos encima como para no entrever que los que no encuentran trabajo en nuestros medios ahora, difícilmente lo encontrarán cuando la estrella del de Oviedo luzca lejos de aquí. Y es que la cosa va de pasta, como de costumbre, por mucho que se adorne de apasionamiento y otras mandangas.

En nuestra particular escala trófica, arriba del todo están los que continuarán ganando sus alubias hablando de automovilismo sin que para su situación importe un carajo nuestro criterio. En medio seguirán estando los que sueñan con subir ese escalón mientras evitan que se lo arrebaten los de abajo. Y en la base de todo: el vil aficionado que, dependiendo de cómo sea catalogado por los censores, resultará bueno o malo...

A poco que se tengan dos luces, se percibe inmediatamente que el problema que nos aqueja está en la franja media, donde habitan los eternos aspirantes que reparten carnets porque si allí ya está suficientemente jodida la cosa —por densidad de ejemplares por centímetro cuadrado, más que nada—, sólo faltaba que los de arriba miren a los de abajo sin necesidad de intermediaros ni cajitas ni, por supuesto, etiquetas. La idea de la internet democrática les venía bien exclusivamente a ellos porque les permitía medirse con los grandes, pero también les ha supuesto una enorme trampa para osos porque la escoria también podía ser escuchada y leída.

Ha resultado relativamente fácil hasta este instante. Bastaba criticar a Alonso para distanciarse de los parias y contaminados porque si hay que decirlo se dice y no pasa nada, pero a partir de enero próximo habrá que tomarse muy en serio lo de crear contenidos que atraigan al personal, dejando que sea la audiencia la que sentencie si son tan buenos como dicen o iban de farol porque soplaban buenos vientos. 

Y ahí que vamos a ver qué tal nos resulta a todos el abismo que viene. Pero sea lo que sea lo que salga, no olvidéis que ha sido y sigue siendo una cuestión de parné convenientemente envuelta en papel de regalo.

Os leo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

1000 contra 1 que cuando el de Oviedo ya no esté se seguirá hablando de él.



King Crimson

Keskus dijo...

Poco a poco voy percibiendo en las redes cómo el odio irracional a Alonso se va trasladando a Sainz. Es verdaderamente preocupante este mal endémico que nos azota. Debemos seguir remando.