domingo, 19 de agosto de 2018

Con lápiz y papel


A Max Mosley le podemos achacar muchos pecados, pero hay que reconocerle todo lo que hizo por la seguridad en nuestro deporte, su batalla contra la escalada de costes y aquella idea crepuscular que tuvo, según la cual, en la Fórmula 1 había sitio incluso para los aventureros, como en los 70 del siglo pasado.

Conocimos el fenómeno como Formula Low Cost aunque en realidad consistía en dejar espacio a los herederos de los antiguos garajistas, aquellos que según Enzo Ferrari, intervenían en la máxima disciplina poco menos que como quien se hace a base de bricolaje un armario para la cocina, para que nos entendamos.

Mosley conocía perfectamente este ámbito del negocio de la competición. Fue piloto y una vez visto el filón de la cuestión, donde se podía hacer dinero, empezó su actividad como constructor en March y como suministrador de chasis para la F2 de entonces. Y obviamente, el Presidente de la FIA pensó en 2008 que para bajar los humos a los grandes fabricantes no había nada mejor que introducir algo de savia nueva dotada del más añejo sabor old school, algo que, por cierto, nunca tuvo el apoyo de Bernie Ecclestone (FOM), ya que la sola presencia de tanto desgarramanta sobre la pista, evidentemente devaluaba su producto para septuagenarios que gastaban Rolex.

Bueno, Eclestonne ganó aquel pulso al final, aunque visto lo visto que sufrimos ahora, dan ganas de imaginar cómo habría resultado todo si hubiese ganado Mosley...

Pero no me enredo. Entre las propuestas Low Cost estaba Virgin, la escudería del magnate Richard Branson, quien ya había puesto publicidad en la carrocería de coche vencedor de 2009 con Jenson Button al volante: el Brawn GP001. Y el equipo de Dinnington apostó fuerte por el ahorro de recursos haciendo correr sobre el asfalto al VR-01, un monoplaza muy apañadito en cuya confección no se había utilizado el túnel de viento.

El vehículo estaba condenado al fracaso —como sus compañeros de aventura lowcostera, los trastos de Lotus (luego Caterham) e Hispania—, y de hecho fue último aquella temporada de estreno (2010), lo que a la postre facilitó que entrara Marussia para el año siguiente. Pero la de Virgin no dejó de ser una historia bonita aunque totalmente incomprendida, puesto que, os podéis imaginar, los expertos y especialistas olvidaron pronto a los garajistas, las raíces y las necesidades de la Fórmula 1, etcétera, y se alinearon inmediatamente con el boss, Bernie, así que el descojono fue mayúsculo.

Y bueno, el VR-01 había nacido sin el concurso del túnel de viento, sólo a golpe de horas en el CFD. Con lápiz y papel, se decía. Pero no eran los 70 del siglo pasado ni a nadie le interesó que prosperaran aquél tipo de aventuras.

Os leo.

1 comentario:

Fabian Prieto dijo...

La verdad que era una narrativa bonita la que ofrecían estos equipos, recuerdo que algo de emoción daba verlos pasar a Q2 o quedarse cerca de los puntos, o tal vez contratar algún piloto prometedor. Pero bueno, supongo que lo mejor para el negocio era que ganaran de calle Red Bull y Mercedes Benz