domingo, 27 de octubre de 2019

Se nos ha aparecido la virgen


He hablado poco, o nada mejor dicho, de las coño carreras preclasificatorias con parrilla invertida propuestas por Liberty para mejorar el espectáculo durante los fines de semana de 2020, porque intuía que alguien iba a mostrar los suficientes dedos de frente como para impedir que prosperara el experimento.

Ha ocurrido. Ross Brawn anunciaba ayer (creo) que la idea se aparca sine die, lo que me lleva a recordar una anécdota de la Guerra Fría que leí hace tiempo y os voy a contar de memoria, en vez de referirme a la monumental ridiculez que ha firmado Ferrari en el Hermanos Rodríguez hace un rato.

La cosa va de que después de los sucesos de los misiles que enfrentaron a Cuba con los Estados Unidos de América en 1963, ésta última decidió seguir socavando el régimen de Castro con lo que vulgarmente se conoce como guerra piscológica, en concreto, fingiendo la aparición de la Virgen María mediante unas holografías, técnica, por cierto, recién desarrollada por aquella época.

Bien, era un engaño para gentes llanas y hacía falta una meteorología nublada, una playa y un buque de los USA que pudiera imprimir la imagen holográfica desde un dispositivo láser, el resto quedaba de la mano de unas grabaciones y los correspondientes altavoces. 

Nada mejor que un sumergible, claro está. Y bueno, la idea cuajó entre los responsables políticos. Parecía sumamente interesante poder provocar una visión que apelara al sentimiento católico de la Cuba rural con la intención de generar rechazo al régimen castrista —el gigante del Caribe será nominalmente comunista, pero más de la mitad de su población es creyente—, y el plan avanzó a través de los sucesivos escalafones hasta que llegó al Comandante del submarino, quien se negó en redondo a ejecutarlo salvo que mediara una orden expresa. No, aquel hombre no estaba dispuesto a poner en riesgo su tripulación y nave para llevar a cabo una idea tan peregrina...

La política tiene estas cosas. Sobre el papel, unas carreras previas a la gran carrera en sí tenían un enorme aliciente, pero, como en la anécdota que os acabo de contar a vuelapluma, o como en la serie Yes, Prime Minister, la vida es hermosa hasta que toca ponerla en práctica...

En fin, bien está que nos hayamos ahorrado este disgusto, aunque seguro que hay otros esperándonos a la vuelta de la esquina.

Mañana echo el rato hablando sobre lo sucedido hoy en México. Os leo.

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