jueves, 17 de octubre de 2019

La insoportable facilidad


A ver, que yo entiendo que la épica tira mucho y hay demasiada necesidad de protagonismo porque la vida resulta muy sosa. 

No pretendo enfriar los ánimos de nadie. Me preocupa lo que está sucediendo en una parte de mi tierra, Cataluña. Tengo familia y amigos allí y no es plato de buen gusto ver cómo las cosas se repiten y quien sacude el tronco del nogal carece de chichonera cuando las nueces comienzan a caer por libre. Y no me miréis mal, por desgracia viví los tiempos de la heroína, el caballo, en Santurtzi, la margen izquierda y Bilbao, y los de plomo en Euskalherria, cuando ETA salpicaba cada semana con dos o tres asesinatos. He perdido amigos y conocidos y he visto cómo otros lloraban a los suyos cuando el móvil les acababa de anunciar lo irreparable...

Ser viejo sólo sirve para una cosa: ser cascarrabias y positivo, lo demás entra en el saco de las rencillas y las vendettas, y la verdad, a estas alturas de mi vida no me apetece perder el tiempo siendo rencoroso.

Lewis, sí, que se nos ha puesto místico y nadie entiende muy bien por qué. Y bueno, los viejos del lugar sabemos de sobra que toca renovación de contrato o ésta se aventura cercana.

Firmó en julio de 2018 por dos temporadas y parece hora de ir reclamando mimos, que cualquier palmo ganado a la negociación supone terreno conquistado. El británico va de farol, como siempre que concurre esta circunstancia laboral, pero se le pasa luego y no hay mayor defensor de la competitividad que él, que dijo que se iba a toma como un hombre la posible victoria de Nico en 2016, y posteriormente se ciscó en los muertos del alemán y le llamó cobarde y fistro de la muerte por no defender su título en territorio enemigo.

Hamilton es así y conviene entenderlo. No va a cambiar. Mientras reconstruye su pasado y reescribe la historia porque jamás quiso ser piloto número uno y tal, cada vez que le toca renegociar su contrato se amortigua, se ablanda, sufre del mal de dudas, dice que es vegano porque así se salva el mundo o se inventa cualquier otra chorrada, porque en cuanto le ponen unos milloncejos de dólares sobre la mesa, se le pasa y olvidará la estimable labor de los veganos de estirpe y buen corazón, que incluso a mí me han animado a reducir mi huella cárnica sin que hayamos montado un festival por ello.

Hamilton va para hexacampeón del mundo, pero lo tiene tan fácil que no lo soporta y se pone tan estiradito de mierda que dan ganas de despertarle con una tabla de pino de esas que abundan en las obras. La épica, que tira mucho en lo de Lewis y también en lo de Cataluña, pero luego se pasa, porque la pela es la pela lo arregla todo.

Os leo.

1 comentario:

matador dijo...


Hola,

La pela es la pela, la que algunos dejan de ganar, la que otros quieren seguir teniendo a buen recaudo en paraísos fiscales (que no paisos catalanes)... Seguro que algún retorcido historiador acaba encontrando un pariente catalán a Lewis, o diciendo que es de Sabadell.

Por cierto, las hamburguesas hechas a base de legumbres son toda una exquisitez. Lo malo es que se cambia el metano vacuno por el metano humano...

Salu2 y visca el chuletón!

(Todos a coro: gora!!!)