Pan y circo

Todo parece tan sujeto a escaleta que resulta hasta normal que nos aburramos. Sin quitar mérito a Vettel —mañana escribiré sobre su carrera—, su victoria en Canadá parecía estar definida de antemano, como si alguien tuviese pactado cómo hay que mantener vivo el campeonato, que viene a ser que se da por cierto que anda moribundo y precisa de constantes reanimaciones a base de salpicones de color y fuegos artificiales, como el salseo que se ha montado a cuenta del banderazo final, que al diablo se le ocurre, pero ya tal.

Acertaba el otro día al proponer que el vencedor de la prueba en el Gilles Villeneuve doblaba a todo Cristo a partir del sexto clasificado [Una de frenos], y acertaba el año pasado explicando por qué el DRS sirve de poco o nada para dar vidilla a las citas del calendario [Stall!]. También acertaba señalando como responsable a Pirelli [La estrategia a una parada son los padres]...

Y si desde mi butaquita en Gorliz soy capaz de acertar tanto, en otras cosas a veces incluso con meses de antelación, imaginad por un momento lo claro que deben tener el cuadro los que han diseñado el reglamento y se empeñan en mantenerlo asín hasta finales de 2020.

Así que no me miréis raro si propongo, como he hecho al principio, que pueda existir cierto mangoneo a la hora de definir cómo se mantiene vivo el cotarro. Hoy te toca a ti, mañana a mí, pasado mañana a mi número dos, al otro ya se nos ocurrirá algo, y ya para el verano, cuando media parrilla se haya caído por agotamiento económico y no sea menester fingir tanto, nos soltamos la melena para que parezca que hay campeonato...

Estoy de mala gaita y no pretendo ocultarlo. Si en Barcelona y Montecarlo era incluso aceptable tragar truño, en Montreal no. En el Gilles Villeneuve no es de recibo que Vettel haya ganado sin despeinarse, ni que los Mercedes AMG parezcan una sombra de sí mismos, con un Hamilton que ha vuelto a interpretar al desaparecido en combate y un Bottas que no puede evitar que se note que corre al dictado.

Catalogar de triste el Gran Premio de Canadá supondría casi tildarlo de bonito, no obstante, sin pecar en ello, sí quiero recalcar aquello (que también dije) acerca de que da la sensación de que a Liberty Media la están haciendo la cama los equipos y los medios de comunicación afines a estos, y que la norteamericana, mientras pone orden en el vestuario, aguanta el trallazo a base de ofrecer pan y circo. Eso sí, un pan duro de hace días y un circo bastante barato.

Os leo.