lunes, 24 de diciembre de 2018

Una carrera «eterna» [20-05-2013]


Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad, que dice el villancico, de forma que para ir matando el rato mientras algunos nos afanamos en sacar adelante esta jornada que se prevé larga, y otros se disponen a capear el temporal como buenamente puedan, me permito rescatar esta entrada que escribí para Diariomotor en mayo de 2013 con la intención de que todo sea más llevadero. Con ustedes el Gran Premio de Mónaco, la cita más peculiar de nuestro calendario...


La carrera del Principado de Mónaco es una de las más largas del calendario, no tanto por la distancia total que recorren los participantes, que es la más corta del Mundial (tan sólo 260,5 kilómetros), como por su duración, que normalmente roza las 2 horas que tiene previsto la FIA como límite máximo para la disputa de una cita deportiva en Fórmula 1.

Esto es así porque el G.P. de Mónaco es la prueba más lenta del campeonato, lo que en etapas pretéritas originaba que estuviera compuesta por 100 giros completos al circuito. Sin embargo, a partir de 1968, un año después de que en el trazado monegasco tuviera lugar el accidente del piloto de Ferrari Lorenzo Bandini, que a la postre supondría su muerte unos días después, la distancia total se reduce un 20% (a 80 vueltas) por razones de seguridad, ya que el cansancio al que se veían sometidos los pilotos se estimaba que ponía en riesgo sus vidas (Bandini se estrella precisamente en el giro 81).

Funestas anécdotas aparte, en la actualidad todos los Grandes Premios se programan a un recorrido máximo de 310 kilómetros —distancia sólo superada por el G.P. de Malasia (Sepang; 310,408 Km.)—, o en su caso, a una duración límite de 120 minutos (2 horas).

A pesar de lo que se podría pensar ante un primer vistazo, son precisamente estas peculiaridades de baja velocidad y muchas vueltas (78 actualmente), a la cuerda de tan sólo 3.340 metros que ofrece el circuito de Mónaco, las que suponen su mayor aliciente como prueba del Mundial, ya que el trazado no dispone de escapatorias reseñables pero sí de abundantes muros y protecciones a la práctica totalidad de su recorrido, lo que deriva en que su nivel de exigencia para la concentración de los pilotos sea máxima y que por tanto, el Gran Premio puede ser considerado de los más duros.

Así las cosas, si es bien cierto que los participantes no pueden bajar la guardia en ningún momento porque cualquier despiste puede suponer el abandono inmediato, siendo sinceros, sus máquinas no lo pasan mejor, y es que correr a una velocidad baja (inferior a los 155 Km/h. de media), lejos de beneficiar a los monoplazas, pone en riesgo sus prestaciones, fundamentalmente porque las exigencias de ventilación de sus componentes internos se ven muy comprometidas.

Si el motor sufre por trabajar a regímenes bajos entre un 55 y un 60% del recorrido, otro elemento mecánico que también lo hace es la caja de cambios, que se ve sometida a un continuo esfuerzo en el que se dan hasta 55 cambios de marchas por giro, lo que viene a suponer más de 4.200 al término de la carrera.

Sea como fuere, el de Mónaco, como decíamos antes, es un Gran Premio que pone a prueba el temple y las manos de los pilotos y en la que son éstos, más que sus vehículos, los que adquieren el mayor protagonismo en una carrera larga y exigente que no admite el más mínimo error en la conducción, lo que la convierte sin duda, en una cita que puede llegar a hacerse eterna.

1 comentario:

Anónimo dijo...

fún-fún-fún

Aprovecho para desearle a toda la familia de Nürburgring unas buenas fiestas y cómo no sé si podré pasarme por aquí los próximos días, un Grandioso 2019.

fún-fún-fún

Un saludo
Sr. Polyphenol