martes, 4 de diciembre de 2018

Moiré


No hay etapa más bonita en la vida que aquella en que los hilos de su urdimbre dejan espacio para todo tipo de esperanzas. Lo malo es cuando llegan otros y rellenan esos mismos huecos con sus prisas y sus propias necesidades...

Somos una parte nosotros y otra lo que nos dejan ser, y Charles, en estos momentos, es tanto el chaval que tiene antes sí una autopista por descubrir en Ferrari, como el conductor al que se han empezado a apretar las gomas, a mi modo de ver, antes de tiempo.

Por muchas vueltas que le demos, Sebastian Vettel no va a dejar de ser el number one en Maranello, al menos no hasta que concluya su contrato; en este sentido, Leclerc llega a La Scuderia para sustituir a Kimi y para presentar sus credenciales ante el hipotético caso de que el de Heppenheim no vista de rosso en 2020. Mirar más allá de estos hilos me parece muy arriesgado, demasiado, fundamentalmente porque corremos el riesgo de sentirnos defraudados con un piloto que merece todo nuestro apoyo pero no colmará nuestras exquisiteces porque éstas no se corresponden con la realidad.

No soy Maurizio Arrivabene ni puñetera falta que me hace, sinceramente os lo digo. En todo caso, él sabe mejor que nadie en qué ha consistido el cambalache éste de sustituir un tipo fuerte como Iceman por una promesa novel que a tenor de los comentarios en prensa y redes sociales, llega a la de Il Cavallino Rampante con la misión de poner al tetracampeón en su sitio (sic), a pesar de que la lógica y las mínimas luces nos digan que no va a ser así, no en 2019.

Los medios tienen la fea costumbre de vender efímeras como si fuesen seres inmortales, de poner en sartén a fuego vivo materia que precisa de hervor lento para dar lo mejor de sí, y en mi humilde opinión, haríamos mal en morder el anzuelo de Charles como Mesías de Maranello, porque no ha sido llamado para eso y porque el milagro en Ferrari depende más de sí misma que de quienes son sus pilotos y la defienden en pista.

Ayer leía a Luca Cordero di Montezemolo sortear a Vettel para venir a decir que con Hamilton en la rossa, el campeonato 2018 habría vuelto a casa. No es verdad y él lo sabe. La reciente Fórmula 1 no depende de quién conduce como en la etapa Schumacher, o la de Alonso, sino de cómo se conjugan todas las variables que intervienen en la competición. Y aunque lamente decirlo así, en crudo, la mítica aún no lo ha entendido.

Charles puede ser parche o futuro, y por el bien de todos preferiría que fuese lo segundo. Eso sí, si dejamos al chaval que crezca a su ritmo, no al que imponemos nosotros, que leemos a los especialistas y no sabemos lo que es moiré.

Os leo.

1 comentario:

anonimo dijo...

La vida te da sorpresas, José. Daniel llegó a RB para ser segundón de Seb, y finalmente el segundo termina yéndose del equipo. No le salió bien a Daniel (terminó siendo segundón de Max), pero Seb tuvo que buscarse otro empleo.
No siempre sucede; la mayoría de las veces, de hecho, los actores ejecutan el guión. Cuando se rebelan aparece el director de la obra (Arrivabene, Whiting, ... es que la F1 es una obra de teatro con muchos directores) e intenta enmendar el desvío.
Sds.
Martín