miércoles, 5 de diciembre de 2018

No perder la sonrisa


Kimi y Daniel tienen como denominador común que son la alegría de la huerta de la Fórmula 1...

No, no os riáis. Imaginar por un momento nuestro deporte sin estos dos piezas es visualizar un mundo gris y mortecino plagado de moñadas místicas o de monstruosas alocuciones pseudo starwarianas —el Jedi va y le dice a su padawan: Creo que eres un buen chico. No espero nada diferente de ti, ninguna tontería. Un demoledor escenario en el que un tipo retirado que ha sufrido las órdenes de equipo como nadie, podría, sí, sí, podría, dedicarse a recetarlas como quien vende milagrosos crecepelos. What the fuck. My God!

Raikkonen, a su manera, y Ricciardo a la suya, son imprescindibles para el equilibrio del universo, como lo era el alcalde aquél de la localidad de la Suiza manchega en Amanece que no es poco.

El finlandés y el australiano no se parecen en nada, pero su contraste de personalidades es el que da sentido a las carreras de cochecitos con las que nos entretenemos los fines de semana del campeonato. Kimi aparentemente pasa de todo, pero conduce de cine y por eso resulta tan atractivo. Daniel lo mismo, pero desde la más amplia de las sonrisas, encarando la vida con optimismo. No les hace falta ser jóvenes ni guapos ni parecerse a Senna o Fangio. Son lo que son, esculturas vivientes, versos libres en un museo de cera con mucha estampita y corrección política.

Me juego lo que queráis que el año que viene, cuando a Max le toque hacer bromas con Pierre para que se nos olviden los malos humos de herr doktor, las cosas no le salen tan graciosas como con aussie junior dándole réplica. Y en Ferrari igual. Vettel sin Kimi va a perder quintales, y a ver cómo queda el asunto si Charles se desata, nos enseña su vis cómica y nos demuestra que el tetracampeón parecía chistoso sólo porque su compañero interpretaba el papel de soso.

—¿Sabes que a mí, lo de tener negocio propio me ha frenado mucho para ser un hombre de acción? Y eso que armas no me han faltado; pero me ha frenado el tener negocio propio…

—Mandó el rey prender Vergilios / y a recaudo le poner / por una traición que hizo / en los palacios del rey...

—¡Qué bonito es eso. Y qué antiguo!

Os leo.

1 comentario:

Lady Adhyra dijo...

"un tipo retirado que ha sufrido las órdenes de equipo como nadie, podría, sí, sí, podría, dedicarse a recetarlas como quien vende milagrosos crecepelos" Muy surrealista eso de oir a Rosberg preguntando por qué Ferrari no forzó a Kimi a ceder dos humildes puntos en Japón que al aleman ni en sueños le hubieran servido para ganar el título, pero que al querubín de Espoo le terminaron asegurando el merecido viaje a la gala de la FIA a pesar de esa Ferrari número 7 que murió de forma silenciosa en la recta principal de Abu Dhabi, en uno de cuatro infortunios que crearon una distancia ficticia este año entre los puntos de los pilotos del Cavallino.

Como si Nico nada supiera de ordenes amargas, de motores que se prenden fuego en Monza o pedales que se rompen en Sochi... como si estuviera ciego a esa imagen en el espejo que ha sido Kimi, todo temple y dignidad, luchando contra el mundo desde su lado del box de la rossa.

Exiliados, Kimi y Daniel parten en viaje hacia las tierras baldias de la 'F1.5', como la dorada Galadriel partio hacia el oeste, y como ella, deberan empequeñecerse (por las posibilidades que les darán sus bólidos) pero no dejarán de ser ellos mismos.

Nico, como ya lo has escrito en otra entrada, se ha vuelto una voz mas del relato oficial que circula de la perfida Albion a la furiosa hoguera italiana, como si dar ordenes de equipo, aun cuando ya no habia nada por salvar, hubiera bastado para neutralizar las 'peoras' de la SF71H, la ambigua legalidad de las mejoras plateadas o el pantano politico interno y externo de Maranello ante la subita caida del telon para Don Sergio... Pequeñeces, nada que una orden de equipo no pueda curar, verdad?

Como siempre, un placer leerte, don Jose.