miércoles, 5 de diciembre de 2018

Un poco de nostalgia


Si a estas horas no estáis escapando de la rutina o yéndoos a pasar unos días fuera, andaréis pensando en lo bonito que suena que mañana sea fiesta y el viernes toque acelerar para adelantar tareas, ya que el sábado también lo es, y el domingo, pues eso, el domingo será domingo, como siempre.

Yo me pasaré este fin de semana largo recuperando lagunas. Llevo encima un año y pico de esos que no te imaginas y el cuerpo —el mío, claro— ha empezado a dar muestras de fatiga de materiales y hay que atenderlo so pena de que no haya después reparación posible, así que se cambia el ritmo, se adapta uno a lo que hay, básicamente porque no queda otro remedio, y ante un puentazo como el que estrenamos mañana, me he aprovisionado de buenos propósitos como si fuese fin de año. En todo caso, el lunes que viene os cuento.

Y en estas estamos, y puesto que McLaren y Chevrolet vuelven a coincidir con el tema de la Indy 500, apetece recordar en Nürbu, también, que antes de que la kiwi empezara su camino en Fórmula 1 comenzó a forjar su leyenda en alianza con la norteamericana en la Can-Am, y que juntas consiguieron muchos éxitos hasta que la aparición de los Porsche 917/30 no dejó migas para nadie.

Precisamente en unos de estos trastos encontró la muerte Bruce en el circuito de Goodwod, probando un M8D de casi 700 caballos de potencia...


En fin, ganar la Indy 500 tiene un elevado componente de suerte. Hay que buscarla, desde luego, pero como decía ayer mismo Fernando: «Disponer de este motor supone estar en la mejor disposición posible para pelear en cabeza...» Y que así sea, siquiera por los viejos tiempos.

Os leo.

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