Si hay algo sobrevalorado en Fórmula 1 es el pensamiento lógico, no porque no resulte imprescindible para la actividad ni mucho menos para su análisis desde la barrera o a pie de pista, como gustan decir algunos, sino porque dibuja el pilar fundamental sobre el que se asientan la mayoría de imposturas que nos rodean.
Cualquiera con ánimo de dar lecciones, sentar cátedra o tener razón desde que se levanta de la cama hasta que se vuelve a acostar en ella, busca con ahínco ser serio, muy serio o extremadamente serio, o parecerlo ante la multitud. Da igual a la hora que leas esto, el día de la semana, el mes o el año, la seriedad barniza a los seres humanos de raciocinio objetivo con aromas afrutados y un marcado carácter lógico, que a fin de cuentas es la madre del cordero en todo este asunto.
Karlos Arguiñano les llamaría gente con fundamento, como los buenos guisos, aunque mejor me dejo de seguir por esta línea que me conozco...
A lo que vamos. En otras esferas de la vida, tanta seriedad y tanto pensamiento lógico incluso tienen un cierto sentido, pero en Fórmula 1 suponen un soberano contradiós porque la esencia de nuestro deporte es, precisamente, el pensamiento divergente, la creatividad, y ya me dirás tú cómo valoras un fruto tan sabroso desde una perspectiva tan encorsetada que no admite alternativas a que dos y dos suman cuatro de toda la vida de Dios.
Siempre suman cuatro, tampoco os agobiéis, es una simple manera de hablar, aunque en manos de un buen ingeniero de carreras pueden sumar cinco, tres, o cuatro y medio, o incluso ocho si la tecnología lo permite, y es por ello que su trabajo suele ir muy por delante del reglamento ya que éste es fundamentalmente lógico y serio, muy serio.
Antaño, la creatividad se notaba en Fórmula 1 casi sin molestarse en buscarla, pero en esta lucha titánica entre el pensamiento lógico y el divergente, ha ganado la partida el primero no porque sea más adecuado o más útil, o mejor, sino porque se ha impuesto gracias a una serie de normativas que constriñen las posibilidades para que emerja el segundo [¿Es cara la creatividad?], que así y todo, sigue surgiendo a la menor oportunidad aunque en menor cantidad, obviamente.
Es importante tener presente todo esto porque los mejores cerebros en Fórmula 1 son, precisamente, los más creativos a la hora de abordar soluciones, y si el reglamento insiste en cohartarlos a lo peor los acabamos perdiendo.
Renta menos que el pensamiento lógico, no permite parecer serio, pero a la postre, es infinitamente más divertido y eficaz porque a un Newey, por ejemplo, no lo cazas jamás desde la ortodoxia, que sé que lo habéis pillado.
Os leo.
Karlos Arguiñano les llamaría gente con fundamento, como los buenos guisos, aunque mejor me dejo de seguir por esta línea que me conozco...
A lo que vamos. En otras esferas de la vida, tanta seriedad y tanto pensamiento lógico incluso tienen un cierto sentido, pero en Fórmula 1 suponen un soberano contradiós porque la esencia de nuestro deporte es, precisamente, el pensamiento divergente, la creatividad, y ya me dirás tú cómo valoras un fruto tan sabroso desde una perspectiva tan encorsetada que no admite alternativas a que dos y dos suman cuatro de toda la vida de Dios.
Siempre suman cuatro, tampoco os agobiéis, es una simple manera de hablar, aunque en manos de un buen ingeniero de carreras pueden sumar cinco, tres, o cuatro y medio, o incluso ocho si la tecnología lo permite, y es por ello que su trabajo suele ir muy por delante del reglamento ya que éste es fundamentalmente lógico y serio, muy serio.
Antaño, la creatividad se notaba en Fórmula 1 casi sin molestarse en buscarla, pero en esta lucha titánica entre el pensamiento lógico y el divergente, ha ganado la partida el primero no porque sea más adecuado o más útil, o mejor, sino porque se ha impuesto gracias a una serie de normativas que constriñen las posibilidades para que emerja el segundo [¿Es cara la creatividad?], que así y todo, sigue surgiendo a la menor oportunidad aunque en menor cantidad, obviamente.
Es importante tener presente todo esto porque los mejores cerebros en Fórmula 1 son, precisamente, los más creativos a la hora de abordar soluciones, y si el reglamento insiste en cohartarlos a lo peor los acabamos perdiendo.
Renta menos que el pensamiento lógico, no permite parecer serio, pero a la postre, es infinitamente más divertido y eficaz porque a un Newey, por ejemplo, no lo cazas jamás desde la ortodoxia, que sé que lo habéis pillado.
Os leo.
1 comentario:
Así como tijera corta papel, cartera mata galán.
Concibo en mi mente un difusor soplado y un morrito que flexa, dijo Adrián, y Dios lo escuchó. Y pensó que era justo y conveniente, y le sonrió por dos o tres temporadas.
No tuvo esa gracia Renault con su mass dumper, para regocijo de más de un feligrés.
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