jueves, 6 de diciembre de 2018

Serie B [Haas]


La quinta clasificada en el Mundial que acabamos de fulminar ha sido incapaz de liderar la zona media de la parrilla debido, fundamentalmente, a que ha sido afectada por una extraña fiebre de idiocia colectiva, porque capacidad para haberse puesto cuarta ha tenido de sobra, lo que ha pasado, como en el chiste, es que no le ha dao la gana...

Haas ha sido mi cate en 2018, aunque apenas se ha notado porque gracias a Romain Grosjean y Kevin Magnussen —que repiten como pareja el año que viene—, el VF-18 ha perdido toneladas de puntos y se ha ganado una bonita cantidad de quebraderos de cabeza. Y es que cabe recordar que a principios de sesión los entendidos la postulaban como claro «equipo B» de Ferrari...

En febrero negué la mayor situando a la de Kannapolis entre las candidatas a hacer de farolillo rojo al final de la campaña, y mira tú: ha habido tablas. Ni ha sido el «equipo B» de Maranello ni ha concluido última, aunque por hacer honor a la verdad tengo que admitir que Haas ha estado muy por encima de mis previsiones a pesar de que, como decía en el párrafo anterior: los conductores oficiales se han encargado de dilapidarlas todas con el apoyo contumaz de su jefe, maese Gunther Steiner.

En esencia, con el VF-18 estamos ante un coche que no ha sabido entender que las mejoras en la unidad de potencia implican un trabajo muy finolis en chasis y aerodinámica, y esta incompresión, que ya se intuía en su presentación [Contraanálisis 01 (Haas VF-18)], es la que ha generado que haya salido un trasto complicado de conducir, con excesiva tendencia a perder la zaga precisamente porque su parte trasera y delantera no estaban suficientemente arreglás, ni acompasás, ni ná de ná.

Extremadamente nervioso y difícil, lo razonable en estos casos es que los pilotos le hubiesen pillado el tranquillo, compensando desde el habitáculo el déficit que provocaba una parte posterior del vehículo dominada de marzo a noviembre por caballo loco. Pero no, tanto Grosjean como Magnussen se han inmolado en un chasis que a todas luces ha sido más ramplón de lo esperado y dotado de una aerodinámica poco exigente que, para colmo, encontraba en la denuncia de Renault y el posterior stop de la FIA, la excusa perfecta para no evolucionar.

Lo cierto es que los aficionados lo hemos pasado en grande contando las cagadas de Romain y Kevin o disfrutando del macarrismo poligonero de este último, amén de las homilías esculpatorias de don Gunther, pero por ir concluyendo, diré que la película de Haas para 2018 pintaba buena aunque con bajo presupuesto, pero por mor de los acontecimientos se ha quedado en telefilme de serie B.

Os leo.

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