lunes, 10 de diciembre de 2018

El rigor mortis


Aunque no lo creáis, llevo a cuestas con esta imagen de los integrantes del Brighton Swimming Club desde hace prácticamente un año, cuando aún daban señales de vida nuestros últimos ejemplares de saltadores de piscina nivel dios o semidios.

Por desgracia todo esto ya es pasado. Hay tanto miedo al qué dirán o a que te rompan las piernas en Twitter, que, por perder, incluso hemos perdido la continuación de los selectos linajes de analistas a pie de pista o de frigoríficos que tan buenos momentos nos daban. Hoy te llaman analista de sofá y ni duele. Surge tanta información a través de nuestra televisión o la tablet o el móvil, que el repliegue a los tranquilos mares del pretérito se ha hecho inevitable. Allí todo es verdad, todo son números, cifras y datos, y, lógicamente, el rigor campa a sus anchas.

Vivimos tiempos complicados. Los medios en general, y los deportivos en particular, se limitan en la actualidad a repetir como loros lo que consideran riguroso sin reparar en contrastarlo o en buscar alternativas que expliquen la realidad desde otro ángulo, por aquello de que sea el lector quien se forme una opinión, su opinión, no una opinión prestada.

Lo hemos hablado. Si Willy Fogson, un suponer sacado de la manga, elabora un artículo sobre Alonso para la Grand Prix, pero como colabora tambien con MotorSport, BBC y Autosport, maneja la misma idea en estos otros tres medios, no tenemos cuatro opiniones distintas sobre el asturiano sino una amplificada. Si sumamos a ello que gacetillero de renombre es un referente y sus comentarios suelen dar pie a otros idénticos en la prensa alemana, austriaca, italiana y española, otro ejemplo, lo que tenemos es bombardeo por saturación, no rigor.

Oye, que yo ¡con Fogson a muerte!, ¡que se lo ha currado!, pero por la salud de todos convendría que los juntaletras y modernos creadores de contenidos se palparan un poquito la ropa con estas cosas ya que Fogson es humano y también mete la pata, o yerra en sus estimaciones, pronósticos y análisis.

El panorama es un poquito desolador, para qué vamos a engañarnos. Si el rigor ya no es lo que era y sólo reside en las umbrías de la historia, y encima en redes sociales nos están esperando a todos con tirachinas o luparas cargadas con posta lobera, normal que nadie se tire a la piscina sin recibir instrucciones de la autoridad competente. En todo caso, salimos perdiendo porque nos hemos cargado la pluralidad, que es a lo que vamos.

Como decía el sábado [¿Es cara la creatividad?], la estandarización es mucho más cómoda y manejable que el fluir de la inteligencia, sobre todo para los que están arriba y pretenden seguir montados en el machito. Y abajo...

En la base de nuestra escala trófica hemos tragado el anzuelo de la estandarización en esto de la información deportiva, porque todo es más simple si no requiere pensar y porque es más cómodo que piensen otros, de forma que al que trata de abrir el foco desde sus artículos u opiniones lo sacrificamos en el altar del rigor mortis: ¿Cómo vas a saber tú más que Fogson? Así las cosas, incluso nuestros mejores periodistas dejan sus ideas más limpias en el cajón, porque, total, ¿para qué compartirlas si no hay quien discuta a Fogson?

Y las piscinas están vacías...

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No han dejado a nadie con espacio entre nuestro querido Fogson y su pluriempleo y la cantidad de periodistas al uso y creadores de contenido digital que se dedican al branded content (lo raro a estas alturas es encontrar a alguien que no cobre por soltar chorradas, como el ejército de florentinistas de Twitter, cuyos integrantes encontraron acomodo y entradas baratas en esa grada blancopapal gregoriana gracias a cambiar su discurso del "florentino jueputas veyte ya" al "mejor presidente de la historia del deporte mundial").

Intentan espachurrarnos, pero cuanto más nos espachurran más ganas tenemos de zafarnos para coger el coche y volver a ir en dirección contraria a la muchedumbre. ¿O era podredumbre?

Aplausos en pie virtuales, plas, plas, plas