Bueno, nos acercamos al final de este intento. Os iba a confesar que amenazo ruina total, pero puesto que del siguiente relevo se encarga Edgardo y el stint final lo cubre Steffi, mejor acepto que preciso descanso inmediato, airearme un poco, refrescarme, todo lo que sea necesario con tal de encarar con mejor aspecto del que tengo ahora lo que aún me queda por delante.
Eso sí, otro día me recordáis que os debo una entrada sobre lo alucinante que resulta que aquellos coches que nos hicieron soñar, y que en la actualidad ejercen sobre nosotros ese poder magnético que nos obliga a volver la cabeza cuando los vemos pasar, se diseñaban con lapicero sobre papel para pasar luego a la fase de modelado en madera y arcilla, y de ahí al taller, a ser recubiertos por chapa fina de acero o aluminio, y encima rugían y viajaban vertiginosos por esas pistas de Dios. El de arriba es un Ferrari 290 MM (Mille Miglia), pero os prometo que para esa nueva oportunidad que nos demos, me apaño unas imágenes más adecuadas.
Os leo.
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