domingo, 11 de junio de 2023

Adaptación y sacrilegios #25TLM23 [16]


El automovilismo de alto nivel ocupa su lugarcito en el mundo y no puede esquivar las mareas que nos afectan a todos. Los vaivenes de la economía y la política, el precio del petróleo, los enfoques que va tomando la propia industria automotriz, etcétera, también acaban modelando el trayecto que sigue el motorsport.

Luego está el fenómeno deportivo del que tantas veces hemos hablado en Nürbu, por el cual, existen unos límites físicos que obligan a la Fórmula 1, por ejemplo, o a los rallies y la Resistencia, ya que estamos, a bajar los humos de los fabricantes que participan, ya que siempre es más barato y asequible cortar las alas de los ingenieros que abordar la remodelación de un circuito para que sus creaciones sigan evolucionando.

La Sarthe es un trazado semipermanente que comparte una buena parte de su cuerda con carreteras de uso diario, y esta peculiaridad ha supuesto desde siempre uno de las principales motivos para el retoque del Reglamento de las 24 Horas. La seguridad de participantes y público ha sido otra de las causas. El accidente de Levegh en la edición de 1955, como contábamos hace unos días, supuso una remodelación de la calle de garajes y que la parrilla del sábado se redujera a 55 vehículos como máximo. El gesto reivindicativo de Jackie Ickx en 1969 que hemos narrado antes, trajo consigo la salida «Tipo Indianápolis» en 1970 y que la recta de tribunas ganara unos metros de anchura...

En la dilatada historia de la prueba en Le Mans ha habido espacio para muchos más cambios y remodelaciones de los que cabe apuntar aquí, y el caso es que suelen sentar mal al aficionado que no asimila que las 24 Horas nos sobrevivirán a todos, precisamente por su capacidad de adaptación a las circunstancias en las que le toca moverse. La salida «Tipo Le Mans» era más electrizante y peliculera, pero también era tremendamente peligrosa. Ver cómo trabajaban los mecánicos en los coches sin muretes ni vallas por medio era más vistoso que ahora, pero en 1955 fue lo que estuvo en la raíz del desastre, ya que los coches se incorporaban a pista casi frente a su box y, por evitar sustos, los demás vehículos circulaban a toda velocidad pero más pegados a la zona de las gradas.

No me extiendo, que esto da para mucho. Se añora mucho la etapa de los grandes monstruos que rodaban en La Sarthe a finales de los sesenta e inicio de los setenta del siglo pasado, se considera un sacrilegio que se eliminaran, pero lo cierto es que los 917 de Porsche o los 512 de Ferrari apenas cabían volando sobre el piso y el ACO no estaba para remodelaciones porque Francia, y todo Occidente, se estaba metiendo en una bonita crisis económica originada en la lucha de la OPEP contra las petroleras británicas y estadounidenses.

Os leo.

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