sábado, 10 de junio de 2023

Único en su especie #25TLM23 [08]


Allá por los años 80 del siglo pasado, la FISA (Fédération Internationale du Sport Automobile), reorganizó las categorías del automovilismo deportivo, creando algunos nuevos grupos resultados de la eliminación de otros anteriores, o de la unión entre estos.

Uno de los más famosos fue el denominado Grupo C de «Sport Prototipos», que fue la consecuencia de la agrupación de los anteriores Grupo 5 (prototipos de turismos de carrocería cerrada) y Grupo 6 (prototipos de turismos de carrocería abierta).

De todos los vehículos que participaron en esta nueva categoría, que duró desde el año 1982 hasta 1992 (en las 24 Horas de Le Mans se pudieron inscribir hasta el año 1994), destacaría especialmente una rara avis, y me estoy refiriendo al mítico Mazda 787B...

El Mazda 787B no resultó mítico por su diseño aerodinámico ni por ser un vehículo singularmente victorioso, pero sí hubo algo que lo hizo ser considerado inmediatamente una leyenda, y no era otra cosa que su motor de combustión interna tipo Wankel, o rotativo.

Este Mazda es hasta la fecha (y lo seguirá siendo por mucho tiempo), el único automóvil con motor rotativo tipo Wankel vencedor en Le Mans, hecho que sucedió en el año 1991 con Johnny Herbert, Volker Weidler y Bertrand Gachot a los mandos. Además, se convirtió en el primer vehículo asiático en ganar tan prestigiosa prueba, pasando a ser un objeto de culto en el mundo automovilístico casi de manera fulminante.

Entrando ya en materia técnica, nuestro protagonista estaba propulsado por un motor Wankel denominado R26B que disponía de 4 rotores de 654 centímetros cúbicos cada uno. En suma, un ingenio de 2.6 L de cilindrada que proporcionaba una potencia máxima de 700 CV a 9.000 rpm, con inyección electrónica y 3 bujías por cada rotor.

700 caballos no era una cifra considerable, de hecho sus oponentes presumían de superar los 800 en aquella época, pero el Wankel tenía varias ventajas que jugaban a su favor. La principal era su bajo peso, lo que le permitía obtener una relación peso/potencia de tan sólo 0,84 CV/kg además de reducir mucho la influencia de las inercias. La segunda consistía en su bajísimo consumo a pleno trabajo. Si a todo esto sumamos una buena fiabilidad, comprendemos rápidamente que Mazda tuvo entre manos el cóctel casi perfecto para llevarse la victoria en el año 1991. 

El Mazda 787B es un vehículo único en su especie por dos razones además de por ganar las 24 Horas: utilizó un tipo de motor térmico totalmente distinto a los usados habitualmente en alta competición a comienzos de la década, y careció de rivales porque la tecnología Wankel no se pudo desarrollar en el ámbito deportivo, ya que, a partir de 1992, la FIA estableció por normativa que en el Mundial de Resistencia se tendrían que usar motores atmosféricos similares a los de la Fórmula 1.

En mi opinión resulta imprescindible conocer la historia de este japonés que derrotó a los grandes fabricantes europeos en la prueba más prestigiosa del mundo aquel lejano 1991 en el circuito de La Sarthe. 


Título original: Mazda 787B. Un ejemplar único en su especie

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