domingo, 8 de diciembre de 2019

Pastor, que estás en los cielos


A Lewis le falta una estrofa para ser grande de verdad. Le falta haber sacado a su padre o un familiar a cuchus de un enjambre lleno de humo después de que el coche de Bruno se incendiara.

Sin esta parábola del malo/bueno, la vida tiene muy poquito sentido, qué queréis que os diga. Pastor, mi cacique rocoso e incomprendido vence en España en 2012, es alzado sobre sus hombros por Kimi y Fernando en el podio, y cuando se desata el incendio en el box de Williams, se quita los anillos de ganador, coge a su sobrino, se lo pone a la espalda y lo saca del infierno porque ésa era su carrera en ese instante y el venezolano estaba dispuesto a vencer de nuevo...

La prensa british y los mamporreros de aquí tomaron nota porque no cabía otra, pero pasado el hype oportunista, la cosa no daba, ni da siquiera, para anécdota en los apuntes de los niñatos youtubers ni mucho menos en las analectas de los gurúes patrios y extraños. Se ha olvidado y ya está. Se ha enterrado bajo toneladas de benigna negligencia y Maldonado y su hazaña han quedado para pasto de las alimañas y la indiferencia. Y todo desaparece porque lo que no ocupa la primera plana el tiempo que marca la escaleta, lisa y llanamente no existe.

Pero sucedió un 13 de mayo de 2012 aunque no tuvo como protagonista a uno de esos anglosajones que copan el grueso de la luz de los focos. E imagino ahora que Lewis habría querido interpretar un papel con derecho a frase en una instantánea que entonces le quedaba lejos, porque es negro y las ha pasado putas a pesar de que lo acogiera tempranamente Ron Dennis para depositarlo en el camino hacia los cielos, y hacia el infinito y más allá.

Pastor no nació con una flor en el culo, como el británico, pero en este cuento que os narro esta noche hace de atmósfera por la que matarían la Esteban, la madre que parió a Peneque y ese Lewis al que siguen faltándole episodios realmente épicos en su carrera profesional, como el que, por azares del destino, interpretó un Pastor deshauciado por los dólares de PDVSA pero que, así y todo, tuvo tiempo aquella tarde de mayo para brindarnos una lección de lo que significa el automovilismo al más alto nivel.

Vencer y a pesar de todo no olvidar las raíces. Ahí es nada...

Os leo.

3 comentarios:

Elín Fernández dijo...

¡Bravo, José!
Como bravo fue, doblemente, el bolivariano aquella tarde.

Cristobal dijo...

A Pastor se le atizaba porque sencillamente era la corriente general, y la masa de "grandes opinadores" la seguía. No veo yo que tienen Stroll, Latifi, Russell o mismamente Checo que no tenga el fogoso bolivariano. No seria un campeon innato, ni el mas talentoso, pero era puro espectaculo y agallas. Siempre me recordó un poco a mi estimado Montoya...

Anónimo dijo...

Otro de los experimentos del régimen dictatorial Venezolano.

Lujos que los líderes populistas pueden darse, porque ellos lo valen, faltaría más. Así se hacen las selfies en Montecarlo.

Al Capital, se lo combate por todo lo alto, y con mucha clase.