lunes, 19 de octubre de 2020

Tiempos modernos

Pensándolo bien la vida de Valtteri no es para cualquiera. Todo el mundo, ahí, imaginando que el segundo piloto de Brackley puede (y debe) hacer cosas por las que ni le pagan ni se las consienten y, luego, que si el tío es un paquete, un mingafría, que no tiene agallas o le falta no sé qué para rematar que sólo ven los que han olvidado que es historia rancia aquello de «tu compañero es tu principal enemigo».

Toto Wolff tiene las cosas meridianamente claras en este aspecto, al igual que Marko —Horner es un holograma— y los jefes de la mitad de la parrilla, porque los de la otra mitad ya están suficientemente agobiados gestionando el día a día o el llegar a fin de mes y que salgan las cuentas.

Bottas es la medida de Hamilton —si nesesita un tipo maniatado por compañero se dice y no pasa nada— y la de Wolff —si para mantener la estabilidad de un equipo el austriaco precisa de andar rejoneando a uno de los conductores, apaga y vámonos [Ni más ni menos]—, y también es la medida de nuestra propia mediocridad como afición, por qué no mencionarlo. 

Mi buena abuela María solía decir que no se deben pedir peras a un olmo y lo que pasa en los tiempos modernos de nuestra actividad tiene mucho que ver con eso mismo. Los gregarios y escuderos murieron en cuanto desparecieron los racers de los capitolios de nuestra disciplina. En la actualidad se busca el mayor rendimiento al menor coste y eso casa mal con brindar oportunidades a quien ha sido contratado para no empañar la luz que rodea a los pocos elegidos para la gloria. No hay tiempo ni ganas de encontrar savia nueva. Se nos llena la boca recordando a Reutemann o a Irvine cuando el Kaiser volvió a los circuitos para negar el agua y la sal a quien podía empañarle aquello de devolver al camino del éxito a la rossa.

Tasamos a Bottas con criterios antiguos. Exigimos al finlandés lo que no puede dar y nos complacemos cuando muerde el polvo porque su realidad nos da la razón. Somos rematadamente bobos, pero eso quizás no importa tanto porque seguimos saludando al patrón, alabando un capitalismo tramposo y, evidentemente, su víctima es otro...

Os leo.

2 comentarios:

Ricardo dijo...

A mí lo de Bottas me cabreo el otro día. El tipo pide que le pongan las blandas antes de entrar a box.
No solo no le hacen caso, sino que además creo que le pusieron las duras bajas de temperatura. No había más que verle patinar y perder tiempo contra Verstappen durante 4-5 vueltas, lo que tardo en calentar las gomas, para después despegarse. Pero claro, ya se le había despegado a él el inglés.
Estaba claro que la celebración de los 92 grandes premios ganados ya estaba organizada, y no se iban a molestar con algo tan estúpido como la competición que pudiera haber hecho que la fiesta se tuviera que postponer. Un robo.

Cao Wen Toh dijo...

Jamás nos habíamos preocupado del segundo conductor (hoy mismo llamaba así Binotto a Vettel). Pero no hay esperanza; nada volverá a ser como antes. En esta F1, no. Ni aunque se permitiera volver a luchar a todas las escuderías en igualdad de condiciones sin ponerles palos en los radios a los que no han pagado por ganar. Me temo que las peleas de antaño sólo las podremos volver a ver, si tenemos suerte y llegamos con vida a echarles un ojo, en la competición eléctrica. Ni con el parche del biocombustible saldrán de esta. La Fórmula 1 y el motor de combustión compartirán epitafio.