sábado, 10 de octubre de 2020

Fórmula una y trina...

Tiene algo de poesía que Bernie Ecclestone, el principal responsable de que nuestra Fórmula 1 se haya convertido en una actividad donde el peso de la parte técnica resulta abrumador con respecto al hombre que conduce el monoplaza, tenga que andar como pisando huevos a la hora de hablar de Lewis [Schumacher pilotaba por su cuenta, a Hamilton le ayudan].

Matiz aquí, matiz allá, el mensaje del viejo patrón pierde fuelle con tantas matizaciones. El británico habla de diferentes culturas en el automovilismo deportivo. Una donde no hacían falta bisutería ni parafernalia para entender que te hallabas frente a un piloto de los pies a la cabeza, y otra donde lo accesorio ha cobrado demasiada relevancia. Una donde el tipo que se sentaba en el habitáculo era un dios absoluto en su pequeño universo una vez arrancaba el vehículo, y otra donde precisa de legiones de ayundantes para llevar con éxito su nave espacial. Lo genuino frente a lo complejo, de dónde venimos y dónde estamos...

En realidad no compara a Michael Schumacher con el hexacampeón del mundo porque no hay comparación posible y él lo sabe. Lástima que Bernie hable para una generación de aficionados que no ha tomado la medida, todavía, a eso de que siendo la misma Fórmula 1 cada reglamento la hace diferente y cada avance tecnológico la hace distinta, hasta el punto que ni los números ni los récords significan lo mismo.

Os leo.

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