viernes, 23 de octubre de 2020

Charles en mi equipo

Aunque Fama se estrenó en España durante el invierno de 1983, fue unos meses antes de que Gilles Villeneuve se estrellara en Zolder cuando ocupó pantalla por primera vez en los Estados Unidos de América. Corría allí 1982 y aquí llegábamos tarde, como de costumbre, pero mi generación estuvo bastante marcada por aquello de «Tenéis muchos sueños, buscáis la fama; pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor...»

Independientemente de que empieza a ser algo más que razonable a estas alturas de la película que el mejor piloto Ferrari cuente con el mejor coche Ferrari, Leclerc sigue dando abundantes muestras de que merece el trato dispensado por su equipo y sabe responder a la confianza que ha despositado en él La Scuderia. El resto, y disculpadme que meta la directa: es alimento para debate entre pardillos.

Charles saca algo a su monoplaza que a su compañero de su escuadra le resulta inasequible, y no, no es una cuestión mecánica ni aerodinámica, sino de ganas, como he repetido muchas veces aquí mismo, en Nürbu. Es ver al monegasco en pista y que se te hagan los dedos huéspedes esperando a que lleguen los añorados refuerzos, y, de paso, supone un inevitable ciscarse en los antepasados de Vettel porque el merluzo se muestra incapaz de mover un puto dedo por cambiar las cosas. Al alemán le basta encogerse de hombros, afirmar que no sabe qué está pasando, acusar al vehículo de su pobre rendimiento personal al volante, aludir a las cosas del maestro armero o a la madre que parió a Peneque, todo con tal de esquivar su responsabilidad en la complicada situación que vive la de Il Cavallino Rampante.

Charles Leclerc está hecho de una pasta especial. Se crece en las peores coyunturas y sabe manejarse con la frustración aunque los resultados no acompañen. Arrea con lo que tiene y es capaz de llevar lo que toque un poquito más lejos de lo que auguran las estimaciones. En realidad da igual lo que haga porque lo importante es eso que pone en su auto, que suma y nos hace soñar a los tifosi con que llegarán tiempos mejores. Tiene más ilusión que expectativas, y, al fin y al cabo, es lo que le hace diferente.

La gente olvidará lo que está sucediendo este año, pero para que se siga recordando estoy yo. Desde hoy y hasta que Blogger decida, en la etiqueta Leclerc quedará señalada esta entrada donde se describe el tesón de un tipo que no será recordado por sus números en 2020, pero supo ponerse Ferrari a sus espaldas y llevarla donde un inane tetracampeón del mundo no imaginaba.

Os leo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No tiene nada que ver con esta entrada, pero... Preocupante

https://www.lesechos.fr/industrie-services/automobile/mercedes-renforce-sa-presence-dans-aston-martin-1259630#xtor=RSS-68

Anónimo dijo...

Efectivamente, la mosca que tenía detrás de la oreja empieza a asomarse:
https://motorsport.nextgen-auto.com/fr/formule-1/mercedes-devient-actionnaire-d-aston-martin-a-20,153945.html
Vettel, Toto y MB ya son coaccionistas.
Entre esto y que a RB le van a regalar los motores Honda...
Se nos va a quedar precioso, el pináCulo del motor.

Cao Wen Toh dijo...

A propósito de esto: Mercedes va a quedar en igualdad de condiciones con el resto en cuanto cambie la normativa del nuevo motor (jodidos estaríamos si le venden ocho mundiales más). Y ahí entra "El Mierda": como vea que le es difícil ganar de largo sin sudar, se retirará con sus moñarecords y a vivir. Excusa perfecta para Mercedes, que hará hará lo mismo y Toto se encargará de Aston (quizá en una posición como la que tenía Lauda, o tan implicado como ahora, no sé). Motorizando a Aston Martin como "cuasi constructor", a McLaren, y a otros, se lleva la pasta y quizá el prestigio, si alguno da con la tecla y le ganan a Ferrari. Lo de Red Bull y Honda...

Tadeo dijo...

Será casualidad que son dos equipos eminentemente británicos?

Mmmm, soy un malpensado?

Saludos