miércoles, 7 de octubre de 2020

Reutemann [B. Passarelli y A. Di Giacomo]


He escrito suficiente en Nürbu sobre Carlos Alberto Reutemann como para que no sorprenda que diga, nuevamente, que el santafesino es uno de mis pilotos más queridos, sentimiento que, gracias a Dios, no me es exclusivo, como viene a demostrar el libro que os traigo hoy: Reutemann, Rey sin corona en la Fórmula 1 (Alarco Ediciones; Buenos Aires, 2009), obra que supone un mano a mano reflexivo sobre el astro argentino, resuelto entre los periodistas Bruno Antonio Passarelli y Alejandro di Giacomo, con prólogo del gran Pino Allievi.

El volumen rebosa datos y resulta muy entretenido de leer, vaya por delante. Ahora bien, como se advierte en la presentación, lejos de suponer una hagiografía al uso del ídolo austral, la pretensión de los autores es (era) ofrecer una perspectiva lo más amplia posible de la figura del Gaucho, un hombre que por temperamento, confianza en sí mismo y calidad al volante, marcó la Fórmula 1 desde que aterrizó en ella en el Gran Premio de Argentina de 1972 sobre un Brabham BT34, concluyendo la prueba en séptima posición. 

Obviamente falta el propio Reutemann en la conversación para que el resultado pudiese ser considerado absolutamente redondo. No obstante, los periodistas se desenvuelven magistralmente y desgranan pasajes de su vida anterior a la máxima disciplina, también la posterior, que aportan al lector diferentes visiones, muchas de ellas críticas, que ayudan a comprender mejor la estatura humana y profesional del conductor de Santa Fe en su relación con el exigente mundo de las carreras, sus compañeros y, por supuesto, sus patrones: Bernie Ecclestone, Enzo Ferrari, Colin Chapman y Frank Williams, así como en los respectivos entornos que propusieron sus equipos. 

Hablar de Carlos Alberto Reutemann es referirse a una etapa de nuestro deporte que apenas tiene nada que ver con la que vivimos en la actualidad. Perfectamente podríamos definirle como un gentleman si no fuera porque al argentino le viene mejor que le llamemos caballero. 

Como se puede comprobar a lo largo de las 132 página de texto —las 40 restantes suponen un generoso ejercicio de datos e informaciones accesorias—, Reutemann es un individuo con un alto sentimiento de la responsabilidad que a veces le jugó malas pasadas. Leal a los pactos que había trabado y, por supuesto, a sus contratos, el austral destaca por su férreo compromiso incluso cuando las cosas venían mal dadas. Pero más allá de esto, el libro nos permite acercarnos a un piloto rapidísimo y fino que no obtuvo las recompensas que merecía, aunque, al cabo, para muchos aficionados continúa siendo un icono de aquella Fórmula 1 que rebosaba gigantes en los setenta y comienzos de los ochenta del siglo pasado. 

Os leo.

1 comentario:

pocascanas dijo...

Si lo habré detestado!

Pero hoy -y desde hace ya muchos años- lo aprecio y lo tengo en alta valoración.

Saludos desde el Coño Sur