jueves, 15 de octubre de 2020

Y fiestas de guardar

En la vida no todo el mundo tiene la suerte de ser un Eddie Irvine y pasa lo que pasa, que con Sebastian luchando por no hacer trompos y Max cruzando los dedos para que no pete la unidad de potencia de su coche, la prensa internacional ha posado sus ojos sobre Valtteri como si fuese el único hombre sobre la Tierra con capacidad de empañar la aureola de Lewis, y no, el de Nastola no es el tipo adecuado para estos menesteres, entre otras cosas, porque carece del talante verbenero de Eddie.

Decía mi abuela que al mal tiempo hay que ponerle buena cara pero Bottas se muestra incapaz de hacerlo porque está amarrado a un contrato de segundo piloto, válido sólo para un roto y un descosido o para regalar carreras a su compañero porque viene el coco. Además, como venimos diciendo, el de Nastola es buen chaval y, en consecuencia, le falta ese puntito cabronazo que mostraba el norirlandés y, por supuesto, su vena ácida, lo que le convierte en la diana perfecta del al que corresponda y toda la jauría que está esperando a que meta la pata para descojonarse de él.

Hay situaciones que no admiten vuelta de hoja y a las que sólo cabe responder con verdades como puños disfrazadas de humoradas —consejo que nadie me ha pedido—, pero Valtteri no vale para esto y en el pecado lleva la penitencia. Se toma demasiado en serio su labor por no faltar al respeto a nadie y la chavalería y la prensa no le entienden, no como le pasaba a Eddie, que se hacía comprender a la primera: «A veces sueño que a Michael le pase algo, así Ferrari me daría la prioridad a mí», o «Lo reconozco, el día que Shumacher se partió las piernas fue el mas feliz de mi vida.»

Otro gallo nos cantaría si desde el minuto uno Valtteri hubiese puesto en solfa su estatus en Mercedes AMG, y a preguntas del tipo ¿crees que podrás ganar a Hamilton? hubiese contestado con una carcajada y un sonoro: ¿de qué cojones estás hablando, no me pagan para eso? Pero ya es tarde para desandar el camino andado y el bravo finlandés será motivo de risa los domingos de Gran Premio y también las fiestas de guardar.

Os leo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me temo que el sistema se ha encargado de que nadie sea capaz ya de levantar la voz y decir alguna verdad.
Mira, hoy me he acordado de Patrick Depailler... y no tengo más que decir. El que quiera que mire y se entere ya de una vez que los que hemos conocido a ese tipo de pilotos, por lo menos algunos, ya estamos hasta los huevos de Luisito, Toto, Vettelin me hecho pupita, la prensa anglocabrona y las chorradas que hay que oír a toda la caterva de niñatos que lo más peligroso que han vivido es el riesgo de quedarse sin wifi o dejarse una uña demasiado corta.

Lastra dijo...

Uf! Depailler... Ahí es nada, ya no nacen pilotos como aquel tipo. Tenía yo 16 abriles y recién me estaba empezando a fijar en esto de la F1 cuando el bravo Patrick encontró su final en el Hockenheim auténtico... Menudo circuito!