miércoles, 7 de octubre de 2020

La cabra tira al monte

No sé muy bien cuál es ese factor determinante en las últimas actitudes de Lewis que son tan beneficiosas para nuestro deporte, porque mucho hablamos de lo poco que ha hecho Antonio Lobato por hacer crecer la afición en España —a la buena afición se refieren los críticos del periodista asturiano, que ya sabemos que los malos aficionados no puntuamos para estas cosas—, pero los que están creciendo, de momento, son los seguidores en las cuentas en redes sociales del hexacampeón del mundo, porque esta mañana, después de tomarme un café con Miguel, me han comentado que nuestra actividad sigue adoleciendo de falta de tirón, más bien está en franco retroceso con respecto a 2019, y no sólo aquí.

Coronavirus aparte, si Bernie anduviera al frente del cotarro acusaría a Lewis Hamilton de ser un pésimo embajador de la Formula 1. Ya atizó a Kimi Raikkonen y Fernando Alonso por cuestiones infinitamente menores, como para imaginar que le haría maldita la gracia que un tipo que está a punto de acercarse a los números de Michael Schumacher, insista más en cuestiones extradeportivas que en engrandecer el negocio que le da de comer.

Bien está que a Hamilton tampoco le podemos tratar como al olmo al que se pedían peras. No tiene rivales conocidos ni por conocer, se le caen los competidores y goza de una maquinaria detrás que daría para trece o catorce títulos mundiales. Jackie Stewart tiene claro este punto aunque da la sensación de que Jody Scheckter no ve Fórmula 1 desde hace años, en todo caso, que es a lo que vamos, el de Stevenage es sólo en parte culpable de este raro vodevil porque no está acostumbrado a crear narraciones alternativas que sustantiven su reino cuando tocan vacas flacas. Tira al monte, como las cabras, y confunde lo que le da la Fórmula 1 con lo que ha conseguido solo, fundamentalmente porque le dejan.

Comparando a nuestro astro con Lobato —ya que estamos—, al de Oviedo le podemos reconocer al menos que se enfoca a lo que pasa en pista o se imagina que ocurre en pista, mientras que Lewis se agarra a los focos como a un clavo ardiendo. ¿Quién hace más? Hombre, yo diría que ninguno. La Fórmula 1 se ha metido solita en este embrollo y, por lo que me cuentan, está cerquita de que precise de reanimación asistida, y normal entonces que en etapa de pronunciada sequía, nuestro campeón del mundo se haya inventado fórmulas para seguir en el candelero. 

¿No son ortodoxas? Para gustos son los colores, sin duda, pero no olvidemos que Bernie está ocupado haciendo de papá y seguramente no tenga ganas ni de pronunciarse, total, si Liberty Media muerde el polvo, él seguro que estará ahí para bailar sobre su tumba.

Os leo.

No hay comentarios: