Conviene no olvidar que mañana entraremos en capilla con el Gran Premio de Rusia, que se disputará en el afamado circuito de Sochi, a orillas del Mar Negro y cerca de la vertiente occidental de la cordillera del Cáucaso.
Cthulhu perfectamente podía residir allí echando las horas hasta su despertar definitivo sentado en una mesita de playa, ataviado con chancletas, bermudas, una holgada camisa hawaiana, gorra y gafas de sol de marca, pasando desapercibido mientras se refresca bebiendo un daikiri, vamos, pero Lovecraft no conocía Sochi. En realidad pocos conocían la ciudad rusa hasta que el COI la marcó en el mapa como sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2014.
Rusia necesitaba blanquear su imagen ante el mundo y, ¡coño, para estas cosas sirven unos Juegos Olímpicos!, y como la Fórmula 1 también sirve para estos menesteres, Bernie la acogió ese mismo año en el calendario de la máxima disciplina del automovilismo deportivo, para lo cual, Hermann Tilke se puso manos a la obra con el lápiz, la regla, la escuadra, el cartabón y la bigotera. Rectas y curvas de casi 90º sobre terreno prácticamente llano, exaltación del cemento y hormigón, una auténtica delicia de proyecto que ningún ingeniero civil podía rechazar. Y así, desde octubre de 2014, Sochi sigue blanqueando la imagen de Rusia por los siglos de los siglos, amén.
Os leo.
2 comentarios:
Con Tilke nos han hecho un Whiting de libro. Todo mal.
Después de lo de Navalny a Rusia ya no la blanquea ni toda la cal del mundo.
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