viernes, 11 de septiembre de 2020

Toscana, day one


Soy un romántico de tomo y lomo. Confesaba el otro día que andaba muy perdidito con el circuito de Mugello [Empiezan los postizos], y no he tenido mejor ocurrencia que dejarme llevar por las evoluciones de los vehículos en el trazado toscano, descubriendo que, en carrera, el verde y la gravilla se pueden convertir en aliados del espectáculo.

Como era de esperar, los Mercedes AMG han vuelto a marcar el paso a todos sus rivales y, en sintonía, no ha faltado quien ha vuelto a alzar la voz solicitando que lo aceptemos, que son los mejores porque los demás no les llegan. No he visto escraches ni tumultos vociferantes frente al domicilio de Toto y Susie Wolff reclamando que devuelvan nada, ergo entiendo que todos lo aceptamos y nuestras quejas son como aquellos sonetos que escribían los románticos del XIX, bonitos de leer, inflamados, inspiradores pero inocuos, que ya dejó escrito el poeta Keats en su lápida: «Here lies One Whose Name was writ in Water.»

Os leo.

2 comentarios:

Lastra dijo...

A qué es bonito el circuito? Y ya ves, la vuelta en 1,15 bajos para los cocos y en 1.16 medios para la middle class, como en Montmeló pero con casi un kilómetro más. Eso sí, la grava en las escapatorias mola mazo, aquí el que calcule mal va a salir como mínimo con los calzones sucios :)))

Héctor dijo...

Lo tengo muy visto gracias al motociclismo y la PS, jeje. Era uno de mis circuitos favoritos. La primera curva era una tortura en los juegos de MotoGP y la clave para hacer buenos tiempos. Frenar en el punto exacto para salir con velocidad en la subida y pasar bien las eses. Y la última curva igual. Creo que en esas dos curvas serán los únicos puntos de adelantamiento.