lunes, 7 de septiembre de 2020

SF1000 para despistados


Cuenta la leyenda que, a partir de los 240 km/h de velocidad, un monoplaza F1 podría circular sobre el techo de un túnel vuelto del revés y sin caerse, gracias a la sustentación invertida (downforce) que produce mientras circula...

No sé qué hay de cierto o si alguien se ha ido de baretas con el asunto, pero en lo que coinciden los que entienden de esto es en que un vehículo de carreras de los nuestros es capaz de producir alrededor de 1'8 toneladas de presión, fuerza suficiente para hacer desconchones en las partes mal asfaltadas de un trazado o, acaso, para aspirar tapas de alcantarilla en Mónaco y sacarlas de su sitio, y, desde luego, para llevar al límite el cacharro en curvas donde otro tipo de coche saldría despedido por la fuerza centrífuga.

Y bien, traigo a colación este chascarrillo para ver si puedo ayudar a comprender por qué los Ferrari iban en Monza tan descargados de ala —eufemismo que se refiere a generar poca downforce en el neto del trasto, no sólo en los alerones—, que no pudieron impedir ni la salida de Vettel ni el trompazo de Leclerc porque ambos SF100 daban la sensación de que no frenaban.

Cuando un F1 circula a alta velocidad en un circuito como el italiano (rapidísimo), cuenta para sujetarse al piso con el propio peso del auto —ahora viene alguien de ciencias y nos recuerda la 2ª Ley de Newton y nos amonesta por llamar peso a la masa, pero nosotros nos entendemos—, y con el llamado agarre aerodinámico que es capaz de originar como resultado de la downforce. Ambos factores coinciden en apoyar el monoplaza en el suelo, facilitando, así mismo, el correcto trabajo de los trenes delantero y trasero, y los neumáticos en tracción, dirección y frenada.


Bien, el peso está tasado por la Normativa FIA en 746 kilogramos con el piloto en su interior, y, evidentemente, no se puede variar sin exponerse a una sanción. Por el contrario, sí se puede trastear con la incidencia de la downforce, descargando ala, lógicamente, que es el camino que tomó la de Maranello para enfrentarse al Templo de la Velocidad ya que va muy escasita de potencia [SF1000 para inútiles].

La Scuderia podía haber optado por no arriesgar tanto, pero en Italia, en Monza, suponía hundirse en la parrilla y hacer el ridículo. En todo caso el resultado no admite paños tibios. Se hizo otro tipo de ridículo porque faltan caballos a cascoporro y la aerodinámica del SF1000 es tan delicada que no fue capaz de sujetar el vehículo al asfalto por debajo de una presión determinada —de rodar por el techo de un túnel ni hablamos—, ayudando con ello a fatigar suspensiones y frenos; y ocurrió lo que tenía que ocurrir: a elevada velocidad (final de la recta principal y Parabólica, respectivamente), el coche rosso se mostró ingobernable y enseñó todas sus miserias.

Os leo.

1 comentario:

Ricardo dijo...

Es un placer leer como explicas de forma sencilla algo complejo como es la caida de rendimiento de Ferrari.
Esperemos que puedan exprimir unos cuantos cabblos mas para que les empiecen a cuadrar las cuentas.