A partir de esta fabulosa instantánea de Peter Marlow sólo se puede pensar que vivimos demasiado cómodo sabiendo que Michael no está en disposición de hacer un improvisado látigo, con su propio cinturón y unas cuerdas, para sacar a golpes y empujones del Templo de Salomón el ganado, los cambistas y mercaderes, invocando ante los fariseos las palabras del Profeta Jeremías: «¡Habéis convertido la Casa del Padre en una cueva de ladrones...»
El Kaiser no es reducible a números como se espesa un caldo o una salsa, menos cuando, desgraciadamente, no le es posible darnos su opinión sobre la actual Fórmula 1 y lo fácil que resulta en ella batir récords. La prensa anglosajona y el pagafanteo universal son ajenos a esta verdad. Unos por tontos o bellacos, otros porque han nacido anteayer, todos por no pararse a pensar que los números no son sinónimo de realidad.
Os leo.
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