miércoles, 2 de mayo de 2018

¿Será Leclerc?


Con vuestro permiso hago un breve destripe de la entrada para evitar que pierdan el tiempo los que afirman que no me leen pero me reclaman que escriba de otra manera más educada. No están cuando charlamos de Lewis, Sebastian, Max, Daniel, Kimi, o cuando destripamos un Gran Premio u os cuento alguna batallita antigua de la Fórmula 1, o hablamos de escuderías, yo qué sé. Tampoco cuando trato de haceros la técnica un poco más asequible y dicharachera. 

Pero hoy sí van a estar. Seguramente estén ya y hayan comprado palomitas... Y, eso, que no quiero que malgasten su tiempo buscando alusiones porque voy a echar el ratito hablando de Charles Leclerc y la generación de orquídeas de un día a la que pertenece.

En fin, a lo que vamos. Desde 2007 a esta parte se da la curiosa circunstancia de que nuestro deporte apuesta sin rubor por determinadas figuras emergentes que no hacían falta los años anteriores porque Michael Schumacher llenaba las gradas solo, o eso se decía. El Kaiser era mucho Kaiser, tan Kaiser que hubo necesidad de enseñarle la puerta de salida porque estaba jodiendo el negocio. Y claro, a 2006 le sucede cronológicamente 2007 y por eso Hamilton, o mejor dicho: el modelo Hamilton, inaugura la etapa moderna.

Pero algo falló entonces. Seguía haciendo falta el necesario curtido en pista y a pesar del agónico Mundial 2008, para el año siguiente Lewis ya necesitaba recambio, y nuestro deporte apostó por Sebastian Vettel...

Bueno, con el de Heppenheim ocurre que la mayoría de figuras emergentes están en el proyecto de jóvenes pilotos de Red Bull y herr doktor Marko las va tirando a la basura una a una, incluso con nocturnidad y alevosía, como hizo con Jaime Alguersuari a finales de 2012 —finales, finales, muy finales—. Y en éstas nos plantamos en 2014 y para ese instante casi todas las escuderías han puesto en marcha, y en algunos casos pulido, sus correspondientes escuelas. 

¿Os suena Jules Bianchi? Era la joven promesa de Ferrari entonces. Y aunque chasquée leerlo, Kevin Magnussen era la joven promesa de McLaren [Magnussen tiene todos los ingredientes para ser campeón]. Y Pascal Wehrlein la de Mercedes aunque el chaval todavía se estaba fogueando en el DTM y fórmulas menores... como sucedía con Max Verstappen, que entró a formar parte del programa de jóvenes pilotos de Red Bull en 2015 habiéndose saltado algunos repechos...

No me extiendo que me conozco. Desde entonces vivimos en un completo sinvivir. Todos los años surge alguien que está llamado a ser la promesa del año porque el negocio vive ahora, y seguramente más que nunca, de este tipo de emergencias —dicho en su más amplio sentido, tambien en el de urgencia—. Y la prensa colabora mansamente por la cuenta que le trae. Total, no se juega nada. Si el chaval cae porque donde le ponen es una completa porquería y un camino muerto, caso de Pascal, con decir que no ha sabido aprovechar sus oportunidades, todo pichichi se lava las manos y duerme tranquilo.

Charles Leclerc ha destacado en Bakú. Fino, delicado, inteligente, con unas manos de oro, la única pega que le pongo es que conduce un Alfa Sauber y seguramente lo seguirá haciendo el año que viene porque surgirá en el horizonte otra estrella emergente...

¿Será Leclerc, o le sucederá lo que a Wehrlein?

Os leo.

3 comentarios:

Iban dijo...

Ocon entra en esa lista?

enrique dijo...

Leclerc es muy bueno, bajo mi punto de vista no tanto como pareció demostrar el año pasado. En todas las categorías hay equipos grandes y equipos pequeños. Me sorprendería mucho que subiese a Ferrari el alo que viene o el siguiente, no es el estilo de Ferrari. Quizás en Hass podría demostrar más cosas.

Anónimo dijo...

Me temo que el hecho de que Leclerc destacase tanto el año pasado no solo fue debido a sus indudables "manos" sino también a que el nivel en categorías inferiores lleva siendo bastante mediocre unas cuantas temporadas.
Un saludo.
Álvaro.