jueves, 24 de mayo de 2018

Algo más que padre e hijo


Hoy se ha podido disfrutar en Mónaco de lo que viene siendo un paseo por sus calles de un padre y un hijo, cada uno de ellos conduciendo el coche que les hizo Campeón del Mundo. Keke Rosberg sobre un Williams FW08 de 1982 y Nico Rosberg sobre el Mercedes AMG W07 de 2016, y ¡ya!, ¡quietos parados!, aquí se acaba la historia...

Desgraciadamente no está el horno para bollos y no puedes clamar al cielo preguntando ¿dónde cojones está el periodismo de raza?, porque a la mínima te buscas un follón en redes sociales. Pero lo echo en falta, de verdad, para qué queréis que os mienta.

También es cierto que resulta más provechoso contemporizar o que te contemporicen regalándote chuches a diario por tu buen trabajo...

Y me acuerdo de Ernesto, y de esos intercambios de recomendaciones cinéfilas que nos hacemos cuando coincidimos para tomar dos o trés cafés durante la misma tarde, y de Whiplash, una película durilla que conocí gracias a él, que sin embargo contiene fantásticos regalos, como un diálogo de los protagonistas, Jedi y Padawan, en el que a cuenta de una anécdota habida entre Jo Jones y Charlie Parker, surge una frase que deberíamos tener enmarcada en la pared de nuestra habitación para enfrentarnos a ella todos los días: «No hay dos palabras más dañinas en nuestro idioma que buen trabajo

Entiendo a los que pretenden que les doren la píldora a cada instante y cómo mola que te dé su bendicion en público quien vio a Pedro Picapiedra y Pablo Mármol circular sobre el rocódromo de Piedradura, pero entiendo mejor a quienes me vienen por mensaje privado de Twitter —lo de los mensajes privados en la red del pajarito daría para una enciclopedia del comportamiento humano—, requiriéndome que les diga qué me parecen sus textos. 

Y se lo digo, siempre, tanto si me gustan como si me disgustan sus cosas o considero que podrían haber llegado más lejos en sus intenciones o literatura. Y aunque un aragonés a quien no quiero delatar es a quien más aprieto —él lo sabe bien— y lleva la peor parte, no dejaré de hacerlo porque como el viejo Fletcher de la película, papel impagablemente interpretado por J.K. Simmons, soy consciente de que afirmar «buen trabajo» cuando el resultado de echar unas líneas es pasable o malo, lo único que hace es poner un tapón a la lámpara de Aladino.

Y bien, a lo que vamos. Hace unas horas un padre y un hijo han dado un paseíto con sus respectivas monturas campeonas del mundo sobre el asfalto de Mónaco, y me habría gustado leer algo al respecto del enfrentamiento de dos épocas, tan distintas y tan alejadas en el tiempo. O de cómo si hubieran corrido de verdad, seguramente el FW08 habría dado sopas con honda al FW07...

Un coche que no necesita alerones delanteros y cuya ala trasera parece más de Monza que de Mónaco, sin duda precisaría de que alguno de nuestros plumillas recurrentes se tomase la molestia de pensar en qué demonio de artificio ha obrado tamaño milagro, cuando el W07 parece a su lado una herramienta tosca porque El Principado siempre ha afeado lo mejor de nuestra aerodinámica.

Sé que es pedir mucho, pero bueno, estoy viejo y demasiado acostumbrado a que me miren mal por decir lo que pienso. Pero en serio, considero que hoy hemos perdido una bonita oportunidad de seguir aprendiendo por habernos quedado tan sólo en que un hijo y un padre han paseado sus coches por las calles de Mónaco.

Os leo.

1 comentario:

pocascanas dijo...

Es cierto que con el último reasfaltado las referencias históricas ya no sirven (en qué tiempo giraba en su época el FW08?), pero hay una importante diferencia de peso... y lleva neumáticos de verdad... y no necesita ahorrar gasolina!!!
Sería interesante verlos competir de verdad.

Un saludo desde el Coño Sur