martes, 8 de mayo de 2018

Lo seguís haciendo mal


Echar la culpa al consumidor de que las ventas vayan mal o el negocio no funcione es un truco tan barato como antiguo. 

Existe un libro que ya hablaba de esto en 1988: En el arca no se vende, del publicista Robert Rodegas, y en él se incide en los rudimentos de eso que llamamos darse a conocer, o en el caso que nos ocupa, dar a conocer algo, venderlo bien, vamos.

1988 está tan lejos como para que huelgue decir que el fregao digital recién acababa de comenzar, y que si para aquella época ya había perdido su sentido el refrán «el buen paño en el arca se vende» —Rodegas reflexiona sobre una realidad anterior y contemporánea a la confección de su libro, que incluso se ha ido larvando desde mediados de los setenta del siglo pasado—, a partir de ese instante las cosas se iban a poner mucho más complicadas para el paño porque si pretendía comerse un colín en el mercado se hacía urgente sacar a la calle el arca y llevarlo a cuestas a casi todas horas.

No me enrollo porque me podían dar las uvas con esto.

Los contenidos de automovilismo son en la actualidad tan producto como los yogures o los calzoncillos, y precisan de ser atractivos, así como disponer de buena visibilidad y una correcta comunicación para llegar al público. De forma mayoritaria, la gente, el vulgo, no se acerca al televisor o a la pantalla del ordenador buscando algo que no sabe siquiera que existe. Puede ocurrir que suceda que lo encuentre porque sí, pero no es la norma.

Y el caso es que con todo esto de la participación de Fernando Alonso en el WEC 18-19 se da la curiosa circunstancia de que los supuestos poseedores del arca insisten por un lado en negar la validez del motivo de acercamiento al mundo de la Resistencia (el asturiano), y por otro, en recriminar a la nueva clientela, y a todas horas, que llega tarde y tenía que haberse puesto antes las pilas...

Salvando las evidentes distancias, esto viene a ser como cuando un domingo madrugas para ir a misa, y el sacerdote, durante el sermón, arremete con virulencia contra los que han preferido quedarse en la cama. O como cuando te recomiendan determinado tipo de fruta y se la solicitas a tu frutero, y va éste, y en vez de sentirse feliz porque va a vender más producto, te mira mal y te afea en voz alta por no haberla descubierto y venir a consumirla ahora, ¡advenedizo de mierda!, cuando ya la conocían y comían Pedro Picapiedra y Pablo Mármol.

Vivimos tiempos difíciles para la cordura. Por fortuna disfrutamos desde hace casi dos décadas de un piloto irrepetible. Por la razón que sea se ha desaprovechado su figura para hacer más asequible el mundo del automovilismo, no sólo de la Fórmula 1, y cuando él nos ayuda a descubrir otros paños, van los mercaderes que no han hecho bien su trabajo y nos tratan poco menos que como imbéciles. ¿Alguien lo entiende?

Os leo.

1 comentario:

Elín Fernández dijo...

Yo lo entiendo José. La F1 del tal Bernie, quien en 2007 después de empezar los líos en Mclaren, dijo en tono de reclamo que qué había hecho Alo por la F1, no supo aprovechar a ese irrepetible piloto. Ahora en la F1 de Liberty podemos ver que se ha tratado de atenuar eso. Y es que vaya, hay y habemos muchos que nos preguntamos, qué sería de un Alo alemán o inglés...