domingo, 20 de mayo de 2018

El padre inquisidor


Ya es casualidad que esta edición de las 500 Millas de Indianápolis esté resultando un gratificante reencuentro con el pasado cuando, precisamente, determinado piloto no participa, ¡ejem, ejem!

No quiero ni imaginar lo que será de los fabuladores de contenidos, que haberlos haylos, etecé, etecé... cuando el asturiano vuelva por su fueros a las Américas con tal de cumplir su sueño de lograr La Triple Corona, ni lo poquito que valdrá ésta entonces, porque entre que Toyota ya tiene ganado el supercampeonato 2018-19 y encima da órdenes de equipo, y que la Indy 500 sólo resulta grandiosa cuando la ven en España los elegidos, la bendita hazaña valdrá tanto como esas coronitas de cartón fino que regalan a los críos en el Burger King. Además, Graham Hill no llegaba ni a la suela de los zapatos a Jim Clark, ¡ejem, ejem...!

Iba a haber titulado esta entrada «De buena os habéis librado» en alusión a la suerte que tuvieron Red Bull y Mercedes AMG al no haber contado con los servicios del de Oviedo, porque de haberlo hecho les habría pasado como a Ferrari. Pero como anda el sentido del humor en bajos históricos y creo que ya lo he usado para idéntico propósito en otras edades —siempre hay que andar recordando las cosas, ¡mecachis!—, me he inclinado por cerrar este domingo 20 de mayo hablando de la Bruja de Blancanieves y sus acólitos, los cobardicas y chivatos de la clase, aquellos que siempre han preferido mirar para otro lado mientras trataban de arrimar el ascua a su sardina.

Cualquier con dos dedos de frente lo sabe. Basta hacer unas pequeñas cuentas para comprender que nuestro deporte ya estaba muy malito antes de 2007 y que Bernie apostó firme por ilusionar al respetable con fuegos artificiales por ver si levantaba las audiencias y continuaba llenándose los bolsillos.

Entre el empujoncito que le dieron a Michael Schumacher en Italia 2006 y la venta a Liberty Media, sólo hay un mayor control de nuestro deporte por parte de FOM, o lo que es lo mismo: de Bernard Charles Ecclestone; encaminado, cómo no, a impedir que notásemos que el Titanic se estaba yendo a pique, por no decir a otro sitio [F1 TV Audience Reverses By 40 Million Under New Measurement System], mientras los más cucos ya habían pillado bote salvavidas como pago a su silencio cómplice y a los servicios prestados.

¿Qué pinta Fernando en todo esto? Como le dije una vez a un viejo amigo: el español ya estaba amortizado para 2007. 

Indudablemente nadie pensó entonces que el tío al que iban a intentar arruinar la vida aguantaría tanto, o que declinaría terminar deshaciéndose como un azucarillo en agua tibia, tal y como estaba previsto. A ver, no era lo lógico. De forma que en vez de a un cualquiera, la Fórmula 1 se prestó a desperdiciar a uno de esos tipos que surgen en muy contadas ocasiones y, obviamente, al cabo de los años la cosa se ha acabado notando y sólo compran la verdad oficial los cuatro incautos de siempre.

Se nos llena la boca con la complejidad de nuestro deporte, sabemos que están ahí y nos ciscamos recurrentemente en la política y los intereses que rodean nuestro deporte, pero rara vez exploramos nuestro deporte tomando en cuenta todos los ingredientes. Da miedo, ¿verdad?

«Hace meses le dije al señor Ecclestone que no podía vender entradas con el producto de mierda que tenemos. Los aficionados no quieren ver una procesión. Como promotor sólo puedo promocionar lo que me dan y si no es algo mejor que lo normal, la gente no lo compra. La gente no viene a ver a hombres mirando pantallas con información. Los aficionados quieren ver gladiadores pilotando y luchando en una batalla real. Nadie quiere escuchar a los pilotos diciendo que no van a alcanzar al que tienen delante y conformarse con la segunda posición» [El director de Silverstone se queja de que no puede vender un producto «de mierda»].

Y bien. Tampoco pretendo amargaros la cena. Patrick Allen no es un cualquiera pero cualquiera firmaría hoy mismo sus palabras de hace dos años y medio. Éste es el problema: Bernie, el padre inquisidor de este cuento, erró el tiro en 2007 y decidió dilapidar al único gladiador que quedaba en El Circo. Desgraciadamente el resto es historia, y barata, como lo será el caminito de ladrillos amarillos que se está tendiendo ahora mismo por si Alonso consigue su Triple Corona. ¡Ejem, ejem, ejem...!

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que aceptar que la F1 actual pertenece a los ingenieros, y quién posea los medios, dinero y el mejor simulador es quien manda.

Los buenos drivers son recursos importantes sólo para equipos que juegan a la defensiva. Lo único que hay que subir a los monoplazas competitivos son pilotos franquicia, para satisfacer a las audiencias y sus obispos.

Respecto de Alonso, pues...

“Tienes un gran nombre. Él debe matar a tu nombre antes que a ti.”