miércoles, 23 de mayo de 2018

El retablo de Santa Devota


Buenas tardes, feligreses. Mañana empieza el tomate en Monaco, pasado mañana tenemos descanso y al otro vuelve el sarao para encarar directamente los últimos entrenamientos libres, la clasificación, y ya el domingo, la carrera.

Y disculpadme que me haya vestido de pocero esta tarde porque una de esas noticias que surgen en las cloacas de nuestro gran periodismo, ha sido, de nuevo, recogida por medios supuestamente solventes y está siendo replicada en estos instantes por todo el orbe. La buena gente se pregunta cómo medios de prestigio pueden caer tan bajo, y antes de que se me pase el calentón, quiero responder que a lo mejor todo consiste en que hemos cedido la citada categoría a quien no la ha merecido jamás.

Cuando alguien me habla de lo que sucedió en el seno de McLaren durante 2007 suelo llevarme la mano a las cachas de mi pistola de bolitas. Cuando se me dice que en España siempre se ha defendido a Fernando Alonso, la saco de su funda y apunto a las rodillas de mi interlocutor y disparo repetidas veces, simplemente porque es mentira y estoy mayor para aguantarlas.

La prueba del algodón os está escribiendo desde estas líneas: yo no me habría puesto a publicar dardos, ni Nürbu habría nacido un 3 de agosto de 2007, de no ser porque la prensa británica ya se portaba muy cerda en aquellos instantes con la verdad y con nuestro compatriota, y la de aquí, bueno, salvo honrosas excepciones, la de aquí bastante tenía con bajarse los pantalones y poner la vaselina.

En cierto modo no estoy contando nada que debiera extrañar a nadie. Me crié en esto de la Fórmula 1 devorando la SportAuto francesa en la época en que Francia era una potencia en nuestro deporte. ¿Sabéis de quiénes se defendían los galos...? No, de Julio César no, de eso se encargaban Astérix y Obélix, se defendían y defendían a los suyos de la prensa británica, que ya a finales de los setenta y durante los ochenta del siglo pasado, se empeñaba en demostrar que el deporte automovilístico les pertenecía, incluso recurriendo a tretas o utilizando bulos para elaborar sus finas noticias. 

¿Quiénes eran sus dianas preferidas? Pues obviamente cualquier conductor o escudería que no perteneciese a los sobrevalorados linajes anglosajones que entre James Hunt y Nigel Mansell (dieciséis añitos de nada) no fueron capaces de llevar a ningún piloto británico a lo más alto, y no por escasez, que haber hubo muchos.

Quiero decir con todo esto que hay que cuidarse muy mucho a la hora de hablar de prensa de prestigio en refererencia a la inglesa. Ni lo ha sido, ni lo es en la actualidad si sigue bebiendo de noticias que por su hedor echan literalmente para atrás. También es verdad que la cabra siempre tira al monte, pero bueno, al menos lo dejo escrito por si hay alguien ahí al que le interese una perspectiva menos ortodoxa que la que manejan los doctos.

Os leo.

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