sábado, 19 de mayo de 2018

Oriol y los lazos amarillos


Normalmente me muestro muy huevón con la vida privada de los pilotos, y en el caso de Oriol Serviá y el lazo amarillo que ha tenido a bien ponerse en el casco no veo por qué tendría que hacer una excepción. 

Me gustan ellos en pista, sobre un automóvil, conduciendo; luego, ya si eso, salvo que cometan algún delito o entienda que su conducta es reprochable, les dejo que sigan con su vida como ellos dejan que yo me ocupe de la mía. Así que, como vengo diciendo, la ideología de Serviá o sus reivindicaciones políticas, o aquello que quiere mostrar en su casco, no le quitan ni tanto así al cariño que le profeso ni mucho menos quiebran mi confianza en él como piloto. Quiero que gane la Indy 500 de este año, ¿cómo no iba a quererlo?

Otra cosa es el sarao que se ha montado a cuenta del dichoso símbolo que visibilizaba hasta hace poco la lucha de los enfermos de espina bífida, que ha sido colonizado por una determinada reclamación política con la que se puede estar de acuerdo o en desacuerdo pero que ha originado, a su vez, un movimiento criminalizante del de Pals y otro victimista en sentido contrario, obviamente. ¡Qué malos somos los unos y los otros!

Dejando aparte a Oriol, sus querencias y su vida privada, que repito: me merecen todos los respetos, sí quiero echar el ratito sobre el bendito lazo amarillo porque a su sombra ha surgido la correspondiente ola hipócrita que ve la paja en el ojo ajeno y no repara en la viga del propio. 

A Jaime Alguersuari le sacudieron de lo lindo por significarse como perico y español los de la misma cuerda que anda ahora rasgándose las vestiduras, y el chaval tuvo que matizar sus palabras y dar más explicaciones de las necesarias porque con todo esto siempre hay que cogérsela con papel de fumar. De Fernando Alonso y Carlos Sáinz mejor no hablamos, llevan la bandera española en sus cascos y son del Real Madrid, y eso, para muchos de los que se sienten ofendiditos a lo Flanders por las críticas a lo del lazo amarillo, fue razón bastante para que se hicieran fans de Vettel o de Hamilton sin reparar en gastos.

El fanatismo siempre es un camino de ida y vuelta. Se lo comentaba a mi buen amigo Martín Herzog allá como en 2009, creo, y desgraciadamente, el acercamiento sigue siendo válido en la actualidad. 

La gente se ha puesto muy pesada con la iniciativa de Serviá, lo reconozco, pero ya que imagino que también se puede hablar de lo que acabo de comentar en el párrafo anterior al de arriba, convendría que los que han comenzado a dar lecciones de civismo y buenas costumbres en redes sociales, miraran antes de acercarse al teclado si saben qué significa la palabra símbolo. Porque el lazo amarillo lo es, evidentemente, pero hay muchos otros símbolos que han servido para polarizar aficiones, o para desprestigiar u odiar sin razón aparente, a otros pilotos que se han atragantado al personal por el mero hecho de comportarse como seres humanos en las mismas coordenadas que ahora se reclama que se le respeten al gerundense.

O follamos todos o no folla nadie, y disculpadme la expresión, pero es que hay finuras de piel que no tienen un pase.

Os leo.

4 comentarios:

Martín Caño dijo...

Difícil entrada, maestro. Muy bien lidiada. Abrazo grande.

Lastra dijo...

Hmmm! Símbolos hay muchos, algunos más del gusto de unos que no de otros. Pero símbolos hay que son naturales e integradores y otros que son disgregadores y piedra de toque de una confrontación que un deportista en una competición celebrada en pais ajeno quiza debiera repensarse.

Saludos

Anónimo dijo...

Texto muy valiente, José. Muchas gracias.

matador dijo...

Pues yo me voy a meter en un jardín que ya he apuntado otras veces y que tu corroboras, Maestro.
¿Por qué disparar a Fernando o a Carlos Jr. está bien visto en este, por ahora, país de todos?, en alguna ocasión lo he apuntado ya. El Motorsport, si se puede llamar así, en España, tradicionalmente, ha estado asentado en Cataluña, por ser sede de la mayoría de las fabricas, los preparadores, los clubes, y la prensa especializada. Si repasamos la media de pilotos españoles brillantes y con trayectoria internacional, en cualquier especialidad, siempre han sido mayoritariamente, pilotos radicados en Cataluña, con honrosas excepciones como Villota o Pareja y la generación que creció paralela a la inauguración del Jarama.

Carlos Sainz Sr, tío inteligente y vivo donde los haya, "tuvo la habilidad" de dejar el Race, su club de toda la vida, y fichar por el RACC, atraído por Ezpeleta en ese momento, mientras en Madrid se hacía languidecer el RACE y el Jarama y en el que, por las traídas y llevadas competencias autonómicas, las federaciones territoriales de automovilismo, especialmente las de la zona centro, no pasaban por su mejor momento... Se inauguró Montmeló, y el GP de España pasó allí en detrimento de Jerez, a mi entender un circuito como poco igual de válido y más entretenido si cabe. Al mismo tiempo, en un momento claramente descentralizador de nuestra historia reciente, en el que se benefició singularmente a Barcelona y a Cataluña. La situación no era tan crispada ni en lo político ni en lo social, y Carlos apoyó decisivamente el Rally de España-Cataluña para el RACC, así que siempre fue visto como "uno de los suyos" por esa prensa especializada radicada en Cataluña.

Resulta que Fernando y Carlos Jr. han vivido otro momento político y social, y, evidentemente, no han conseguido ser vistos como "uno de los suyos", no por que ellos hayan hecho algo diferente, sino por una sociedad mucho más polarizada políticamente. Además, son amigos del Borbón emérito... Así que como son Españoles y nosotros no queremos serlo, pues apoyamos todo lo que sea antiespañol... el mismo argumento por el que un "ejpañol de bien" siempre animará a cualquier selección que juegue contra Francia en un Mundial de fútbol...

Sobre Oriol Serviá, su trayectoria habla por él, no hay mucho más que decir a nivel deportivo, aunque conviene recordar el patrocinio que durante muchos años ha disfrutado de Catalonya, un "consorcio" de empresarios e instituciones catalanas que, en la época fuerte de Pujol y Convergencia, invirtió en la carrera del hijo de D. Salvador, excelente piloto también ,en este caso de rallyes, metido a gestor y político cercano a los Convergentes. Quizás el lazo no sea sino "otro patrocinio".

Eso sí, este madrileño animará a Serviá en Indianápolis con la misma emoción que disfrutaba de los goles de Zidane o Karembeu.
Salu2!