sábado, 15 de febrero de 2020

Los aduladores


Creo que usé esta misma imagen de entradilla como decoración de algún texto de comienzos de 2014, cuando comprendimos la ingenuidad que se había cometido en Interlagos del año anterior, llevando los V8 jubilados al límite de revoluciones y poniendo sus tubos de escape al rojo vivo...

La era híbrida, recién estrenada, resultaba lenta y silenciosa y no, no habían llegado aquellos turbo que nos habían contado los aduladores de todo lo que sucede en el paddock porque allí dentro todo es perfecto y dispone de razones profundas y Bernie era imprescindible y bla, bla, bla... Bueno, sabéis a quiénes me refiero, pero no, como venía diciendo no llegaron los míticos turbo. Nos habían mentido, y quiero creer que con idéntica ingenuidad a la que alegraba la cara de los mecánicos protagonistas de la escena que comentaba en el párrafo inicial.

Luego sí, más tarde todo se ha ido corrigiendo porque nada es perenne ni hay túnel que dure cien años.

Ahora los monoplazas corren que se las pelan los sábados pero los domingos vuelven a las andadas y juegan a la resistencia rápida porque es normal y razonable ahorrar y salvar así cientos de puestos de trabajo, o eso dicen. No sé, quizás dentro de una década todo vuelva a ser como antes, y seguramente habrá quien cante las bondades de una disciplina que ha cambiado tanto que no la reconoce ni la madre que la parió, a pesar de que a los gurúes y a los tiesitos se les pongan la piel de gallina y los pelos como escarpias y el apasionamiento les salga por las orejas.

Hoy nos han dado vacaciones con esto de las presentaciones —en mi caso se agradece el respiro porque no encontraba tiempo para cubrir todos los frentes que tengo abiertos—, pero los aduladores ya están posando sus ojos en 2021 y alabando sus virtudes, porque mirar al presente sigue siendo sumamente duro y es mucho más rentable hacer mitología que ponerte a analizar la realidad, y porque como te descuides te llaman conspiranoico y en un pispás los amigos no te ajuntan y pierdes seguidires en redes sociales, aunque con un poco de suerte puedas aparecer en una anuncio contándole a un asiático al que ni le vas ni le vienes, que sientes una pupita muy grande ahí dentro. Ahí mismo, sí...

Os leo.

1 comentario:

Josemi dijo...

Me temo que es lo que hay. No se que proceso mental lleva a algunos a vender constantemente humo, humo que ademas no es suyo