viernes, 21 de febrero de 2020

Entre lobos


Lo hemos comentado en otras ocasiones y tal vez no venga de más repetirlo: a Lewis le está haciendo un flaco favor la Fórmula actual porque le ha hurtado crecer hasta donde se le intuye que puede.

Sí, el británico lleva seis campeonatos encima y va camino del séptimo, pero esto son números y un deportista de élite no sólo vive de ellos. La última competencia (de verdad) que se le conoce sucedió en 2016 y todos sabemos cómo terminó aquello. La anterior ocurrió en 2014 y se resolvió a partir del Gran Premio de Bélgica de aquel año y precisando de la mediación de Dieter Zetsche, el resto de su vida en la de tres puntas ha sido un continuo se me caen los rivales, bien por incapacidad mecánica o por simple acumulación de errores.

Sin embargo, y a pesar de los pesares, Hamilton ha sabido mantener vivo a lo largo de estos años ese puntito que le hace tan especial aunque yo echo en falta continuidad en su brillantez, fundamentalmente, porque considero que puede ofrecerla siempre y cuando las circunstancias lo acompañen, que evidentemente no lo hacen. Destruido el sueño de «tu compañero es tu peor enemigo» con la incorporación de Valtteri Bottas a Mercedes AMG en 2017, las circunstancias que estamos mencionando pasarían porque Ferrari resolviera de una vez por todas sus problemas endémicos y Red Bull alcanzase pronto el estatus de challenger.

Por lo visto durante la primera semana de entrenamientos no parece que vaya a cambiar gran cosa el escenario. Maranello o ha ido de tapada o tiene cosas por resolver, y a Milton Keynes todavía le falta rodaje para que el RB16 esté en perfecto orden de batalla.

Descartado Bottas, evidentemente, en estas dos escuderías que acabo de citar se concentran los auténticos peligros para Hamilton: Sebastian Vettel, Charles Leclerc y Max Verstappen. Cualquiera de ellos tiene capacidad para meter a Lewis en aprietos si no fuera porque nuestra Fórmula es así, que decía aquél, con un reglamento técnico que parece un corsé y obliga a cuidar los motores y a no pasarse de vueltas ni consumir más de lo debido, etcétera, etcétera, etcétera, y para colmo plantea un reducidísimo margen de respuesta ante los errores en cuanto se acaba la pretemporada.

Pero pongámonos en lo mejor y aceptemos como animal de compañía el pulpo de que La Scuderia y la austriaca están a la altura de Mercedes AMG. Entonces sí...

Yo seguiría apostando por Hamilton porque me sigue pareciendo el mejor de los cuatro, por experiencia, consistencia y velocidad pura, mayormente, pero no me digáis que no sería deseable verle lucirse no una o dos carreras puntuales, sino de continuo, mientras se ve obligado a sudar la camiseta luchando entre lobos cada palmo de asfalto del calendario.

Os leo.

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